Espera tú un poco para que te declare la palabra de Dios. 1 Samuel 9:27
Si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación. 1 Pedro 1:17
A fin de año se cierran las cuentas para elaborar el balance de las actividades de toda empresa. Un resultado positivo –que se traduce por un beneficio– es en general el signo de la prosperidad y continuidad de la empresa. Si ese resultado es nulo o negativo, el responsable deberá buscar las causas de ello y tomar urgentes medidas para enderezar la situación.
¿No hay en cada existencia humana etapas en que sería necesario analizar la situación y establecer en la presencia de Dios el balance de las pérdidas y ganancias? El cristiano debería hacerse las siguientes preguntas: ¿La comunión “con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” es una realidad para mí? (1 Juan 1:3). ¿Aprendí a conocer mejor el amor de mi Señor? ¿O distraído por muchas actividades y preocupaciones he permitido que se establezca cierta distancia entre Él y mi alma?
Y usted, amigo lector que aún no conoce a Jesús como su Salvador personal, ¿dio un paso hacia Dios? Seguramente que él le ha dirigido llamados semejantes al de hoy. ¿Ha reflexionado en lo que le espera cuando termine una existencia durante la cual no tuvo a Dios en cuenta?
Dios es quien establecerá sin apelación el balance definitivo de su vida, pero aún hoy le ofrece una salvación gratuita. ¡No la rechace mientras es todavía “día de salvación”! (2 Corintios 6:2).
Si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación. 1 Pedro 1:17
A fin de año se cierran las cuentas para elaborar el balance de las actividades de toda empresa. Un resultado positivo –que se traduce por un beneficio– es en general el signo de la prosperidad y continuidad de la empresa. Si ese resultado es nulo o negativo, el responsable deberá buscar las causas de ello y tomar urgentes medidas para enderezar la situación.
¿No hay en cada existencia humana etapas en que sería necesario analizar la situación y establecer en la presencia de Dios el balance de las pérdidas y ganancias? El cristiano debería hacerse las siguientes preguntas: ¿La comunión “con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” es una realidad para mí? (1 Juan 1:3). ¿Aprendí a conocer mejor el amor de mi Señor? ¿O distraído por muchas actividades y preocupaciones he permitido que se establezca cierta distancia entre Él y mi alma?
Y usted, amigo lector que aún no conoce a Jesús como su Salvador personal, ¿dio un paso hacia Dios? Seguramente que él le ha dirigido llamados semejantes al de hoy. ¿Ha reflexionado en lo que le espera cuando termine una existencia durante la cual no tuvo a Dios en cuenta?
Dios es quien establecerá sin apelación el balance definitivo de su vida, pero aún hoy le ofrece una salvación gratuita. ¡No la rechace mientras es todavía “día de salvación”! (2 Corintios 6:2).
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