Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:6-7
¿Es necesario pasar por circunstancias apacibles para llegar a tener paz interior? No forzosamente; eso es una paradoja. Ante todo, el reposo depende del estado interior de nuestra alma. Mientras estuvo rodeado de enemigos, el rey David pudo escribir: “En Dios solamente está acallada mi alma” (Salmo 62:1).
A veces estamos inquietos y estresados porque no nos tomamos el tiempo de dirigirnos al Señor en una actitud confiada. Para resistir al temor y al abatimiento es necesario entregarse a la bondad de Dios. Es un acto de fe, de sencilla confianza en el Señor que se hace más fácil si nos acercamos regularmente a él mediante la oración. Cuando la costumbre de orar y la lectura de Biblia son un hábito de cada día, sentimos una serenidad muy profunda.
¿El mal no da tregua, sus asaltos son incesantes? ¡Que nuestra oración también sea incesante! Aprendamos a perseverar en la súplica. Debemos hacerlo cuando estamos solos, pero también con nuestros hermanos y hermanas. ¡Cuántos creyentes oprimidos por las preocupaciones fueron a una reunión de oración y volvieron llenos de paz! Las circunstancias de la vida siguen siendo difíciles, pero el corazón está renovado en la confianza y ve las cosas de manera distinta. El Espíritu Santo ha hecho su trabajo secreto y produce paz interior que supera “todo entendimiento”.
Tomado: Editorial La Buena Semilla
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