Celebración en torno a la Corona de Adviento: Primer Domingo


Bendición de la Corona de Adviento: La tierra, Señor, se alegra en estos días y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor, que se acerca como luz esplendorosa para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la ignorancia, del dolor y del pecado. Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona con ramos del campo y la ha adornado con luces. Ahora, pues, que vamos a empezar el Tiempo de preparación para la venida de tu Hijo, te pedimos, Señor, que mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de Aquel que, por ser la luz del mundo, iluminará todas las oscuridades. Él que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.


Primer domingo de Adviento (primera vela) 

ORACIÓN: En esta primera semana de Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen. Queremos estar despiertos y vigilantes, porque Tú traes la luz más clara, la paz más profunda y la verdadera alegría. ¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús! 

Para esta ocasión se sugiere meditar Marcos 13, 33 

San Marcos nos invita a estar preparados y a dejar de lado todo lo que nos pueda separar del amor de Dios. No se trata de aislarnos del mundo, sino de iluminar con nuestro testimonio la oscuridad que trae consigo el pecado. Que este tiempo lo ocupemos viendo con detenimiento lo venidero, para que la cotidianidad cobre sentido con la Presencia de Aquel que está por nacer.


Segundo domingo de Adviento (segunda vela) 

ORACIÓN: Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros como un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando; se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne. Que cada uno de nosotros, Señor, se abra para que nazcas, para que brotes, para que florezcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven, Divino Salvador! 

Después de la oración, se sugiere meditar la segunda carta de Pedro 3,13-14 

La esperanza del creyente se fundamenta en la promesa de llegar a disfrutar de una absoluta plenitud; claro está que la misma debe ser alcanzada de manera progresiva, es decir, no podemos esperar que todo se nos dé a manos llenas sin aportar nada. Tenemos que aportar mucho más de lo que imaginamos para que desde aquí vayamos sembrando, regando y cuidando aquello que hemos de cosechar en la eternidad.


Tercer domingo de Adviento (tercera vela) 

ORACIÓN: En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la Buena Noticia: ¡El Señor va a llegar! ¡Preparen sus caminos, porque ya se acerca! Adornen su alma como una novia se engalana el día de su boda. ¡Ya llega el mensajero! Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.

Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles y llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor! 

Para este domingo se sugiere meditar la primera carta a los Tesalonicenses 23. 

El aquí y el ahora exige de parte nuestra una responsabilidad, ya que permanentemente nos invita a vivir de manera coherente y a dejar que la paz de Dios ilumine nuestro caminar, para llegar a dar respuesta a los interrogantes que plantea el mundo. No estamos solos, dicho de otra manera, Dios camina a nuestro lado; no dejemos que los afanes de lo cotidiano nos aparten de la Comunión con Dios, para que las realidades del otro se vean colmadas de la Presencia de nuestro Salvador


Cuarto domingo de Adviento (4ta vela) 

ORACIÓN: La Virgen y San José, con su fe, esperanza y caridad, salen victoriosos en la prueba. No hay rechazo, oscuridad ni incomodidad que les pueda separar del amor de Cristo que nace; ellos son los benditos de Dios que lo acogieron. Dios no encuentra mejor lugar que aquel pesebre, porque allí estaba el Amor inmaculado que lo recibió 

Nos unimos a La Virgen y San José con un sincero deseo de renunciar a todo lo que impide que Jesús nazca en nuestro corazón 

Este último domingo de Adviento, meditemos el texto de la segunda carta a los Tesalonicenses 1,6-7 

El quehacer cristiano nunca espera ser recompensado por la materialidad que lo circunda; todo lo contrario, lucha incansablemente para que la Presencia del Maestro penetre todas las esferas del ser humano y así pueda llegar a disfrutar de la Presencia del Reino de Dios en medio del mundo. La fe no puede ser simple retórica, es necesaria la acción y la eficacia para que la sapiencia de Dios, impresa en el corazón del que cree, conquiste la mente y el corazón del que se declara ajeno a Dios.


Oración final 

Infunde, Señor, tu gracia en nuestros corazones para que cuantos, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y su cruz lleguemos a la gloria de su Resurrección. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

Primer Domingo de Adviento - Ser Discípulos con un Corazón Apasionado y Despierto - Noviembre 27

"A TI, Señor, levanto mi alma: Dios mío, en Ti confió; no quede yo defraudado; que no triunfen de mi mis enemigos, pues los que esperan en Ti no quedan defraudados", 
(Sal 24, 1-3) 

Hermanos, hoy, primer domingo de Adviento, escribimos una nueva historia de la mano del Señor y emprendemos un camino de renovación integral para ir de lo bueno a lo mejor, preparando nuestro corazón para acoger a Cristo, el Emmanuel, que desea hacerse presente en nuestra vida y renacer desde lo profundo de nuestro ser. La liturgia de este día nos introduce en el ambiente de la dulce espera propia de este tiempo; la lectura del profeta Isaías y el Evangelio parecieran un bello diálogo entre la humanidad que anhela la llegada del Señor y la invitación divina a permanecer atentos a su Presencia, para que los odios, la maldad y la injusticia cedan paso a la renovación y salvación que Dios trae para todos. Por una parte, el profeta Isaías desea que Dios rasgue los cielos y descienda a la pequeña de su pueblo y por ello reconoce como Padre alfarero; por otro lado, Jesús, en el Evangelio, pide tener un corazón atento y vigilante, pues de nada sirve pedirle a Dios que se haga presente si no estamos dispuestos a buscarlo y descubrirlo en la cotidianidad y en el trato a los hermanos. Preguntémonos, ¿Qué áreas de nuestra vida necesitan ser moldeadas por Dios ?; ¿Qué hábitos nos pueden ayudar a estar más atentos a la visita que el Señor hace a diario en nuestra vida? Dios ya rasgó los cielos y está presente en medio de nosotros en la Persona de su Hijo Jesucristo, por ello, descubramos en los salmos que meditaremos en la liturgia de esta semana las claves espirituales para reconocer la Presencia soberana de Dios que nos recuerda que el amor tiene la última palabra ante la muerte y el dolor.

Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Hoy celebramos la fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, intermediarios entre Dios y los hombres, así como los encargados de ejecutar sus órdenes. La palabra «Arcángel» viene del griego y significa «ángel jefe» o «ángel principal». Los Arcángeles, según Pseudo Dionisio el Areopagita, teólogo y místico bizantino, son las jerarquías angélicas más altas que tienen tareas específicas, entre las cuales están: servir a Dios, contemplar su Rostro, cantar sin cesar sus alabanzas, luchar contra Satanás hasta su derrota final y avudar al hombre enviándole mensajes de Dios. Si bien es cierto que algunas denominaciones cristianas hablan de siete arcángeles, la Iglesia Católica solo reconoce tres, cuyos nombres se encuentran en las Escrituras; estos son: San Miguel: es el jefe de la milicia celestial, el arcángel que se levanta contra Satanás y sus aliados (Ap 12, 7), defensor de los amigos de Dios y abogado del pueblo elegido, San Gabriel: es uno de los espíritus que están delante de Dios, le revela a Daniel los secretos del plan divino (Dn 8, 16; 9, 21-22), anuncia a Zacarías el nacimiento de Juan el Bautista y a María el Nacimiento de Jesús. San Rafael: es el ángel que es invocado para las enfermedades del alma y del cuerpo. En la Biblia es mencionado en el libro de Tobías, en el que acompaña y protege a Tobías en las vicisitudes de su viaje y sana a su padre ciego. También es invocado como protector de aquellos que emprenden viajes largos e inciertos en la vida, pero también es el protector de los jóvenes y los cónyuges.

San Vicente de Paúl (*1581/†1660)

Presbítero
Su voz se convirtió en la intérprete de los derechos de los humildes entre los poderosos. Nació en 1581 en Pouy (Francia). Desde niño demostró tener una aguda inteligencia, de ahí que su padre lo enviara al colegio franciscano de Dax (Francia), apoyado económicamente por un abogado de la región. Luego de terminar sus estudios básicos, viajó a Toulouse (Francia) para estudiar teología. Recibió la ordenación sacerdotal a los 19 años. En 1609, se instaló en París; tres años después fue nombrado párroco en un pueblo cercano. En una ocasión, san Vicente se dio cuenta de que la población campesina vivía en condiciones deplorables y que el clero que la guiaba espiritualmente no estaba bien formado. Desde entonces, decidió dedicarse a evangelizar a la población rural y a la formación de los sacerdotes; para ello fundó dos sociedades de vida apostólica: la Congregación de la Misión y la Compañía de las Hijas de la Caridad. Su labor caritativa no se detuvo ni siquiera en los momentos más difíciles; en medio de la guerra, cuando las plagas y el hambre asolaban Francia, san Vicente organizó campañas para socorrer a los más vulnerables. Murió en París en 1660. Fue canonizado por el Papa Clemente XII en 1737.

Bienaventurada Virgen María de la Merced

Patrona de los Cautivos
Hoy celebramos la Memoria de Nuestra Señora, la Virgen de la Merced, que nos recuerda una de las virtudes de la Virgen que tal vez no es muy conocida: su misericordia. La historia de esta advocación se remonta al siglo XII, cuando la Virgen María se apareció a san Pedro Nolasco, un hombre que buscaba liberar a los cautivos cristianos que estaban en poder de los musulmanes del sur de España y del Norte de África. La Virgen le pidió que fundara una Orden religiosa con el fin de redimir a estos fieles esclavizados. Asimismo, la Madre del Cielo también se apareció al confesor de san Pedro Nolasco, san Raimundo de Peñafort, y al rey Jaime de Aragón, para pedirles su apoyo en la creación de la nueva institución. De esta manera, se fundó la Orden de los Mercedarios. La devoción de la Bienaventurada Virgen de la Merced se extendió pronto en Cataluña (España), luego en toda España y finalmente en Francia e Italia. Con el descubrimiento de América, el culto se extendió ampliamente, de tal forma que con el tiempo se convirtió en la patrona de los internos en las cárceles.

San Pío de Pietrelcina (*1887/t1968)

Presbítero
El Padre Pío se hizo famoso por sus dones milagrosos y sus estigmas. Nació en Pietrelcina (Italia) en 1887. A los 16 años ingresó como clérigo en el noviciado de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone (Italia) y tomó el nombre de Pío (que significa piadoso o devoto). En 1910 fue ordenado sacerdote. Seis años después, fue enviado al monasterio de San Giovanni Rotondo (Italia); allí recibió la gracia de los estigmas. Dedicó gran parte de su ministerio a la dirección espiritual y a la celebración de la Sagrada Eucaristía. Empleaba muchas horas del día en la oración y el sacramento de la confesión; miles de fieles lo buscaban para recibir un consejo que les permitiera encontrar el auténtico camino de la perfección y la santidad cristiana. En 1956 inauguró un hospital llamado «casa del alivio del dolor», que tenía por finalidad curar a los enfermos tanto desde el punto de vista espiritual como desde el físico. Debido al escepticismo respecto a sus dones sobrenaturales, y a las mentiras de sus detractores, el padre Pío muchas veces perdió su licencia para celebrar los sacramentos y tuvo que estar aislado del mundo exterior. No obstante, su fama de santidad se extendió por todo el mundo. Murió en 1968, a la edad de 81 años, en el monasterio de San Giovanni Rotondo. Fue canonizado por el Papa san Juan Pablo II en el año 2002.

San Mateo - Apóstol y Evangelista

Hoy celebramos la fiesta del apóstol san Mateo, también llamado Leví y a quien la tradición atribuye la autoría del primer Evangelio. De acuerdo a las Escrituras, Mateo era hijo de Alfeo, judío de nacimiento y publicano, es decir, recolector de impuestos al servicio del Imperio Romano. Su trabajo le aseguraba cierta tranquilidad económica, pero le hizo ganarse el rechazo de sus paisanos; sin embargo, su pronta renuncia a los bienes para seguir a Jesús le valió tal abundancia de gracia que alcanzó los picos más altos de perfección cristiana. Mateo tuvo la dicha de hospedar al Salvador en su casa; los fariseos se escandalizaron, ya que Jesús, una vez más, se reunió con publicanos y pecadores, pues «no necesitan de médico los que están sanos, sino los enfermos» (Mc 2, 17). Desde aquel entonces, Mateo siguió a Jesús y se convirtió en uno de los Doce Apóstoles. Estuvo en la Última Cena, fue testigo de las apariciones del Resucitado y recibió el Espíritu Santo en Pentecostés. Estuvo 13 años predicando el Evangelio en Judea y en los distritos vecinos. Es en este periodo en el que la tradición afirma que se escribió el Evangelio que lleva su nombre. Algunas leyendas afirman que predicó en Etiopía, donde recibió la corona del martirio mientras celebraba el sacrificio sagrado.

Bienaventurada Virgen María de los Dolores

"Simeón dijo a María: mira, este está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a Ti una espada te traspasará el alma" (Lc 2, 34-35)

Hoy celebramos la memoria de Nuestra Señora de los Dolores, en la que recordamos las siete ocasiones en las cuales la Virgen María participó en los dolores de Nuestro Señor. En el siglo VIII los escritores eclesiásticos ya mencionaban la Presencia de la Virgen María en el Calvario, a lo que llamaban «la Compasión de la Virgen». En el siglo XIII, se fundó en Florencia (Italia) la Orden de los Frailes «Siervos de María», comunidad que sentía una devoción particular por los Dolores de la Virgen y que tenía una autorización especial para celebrar una festividad en memoria de los siete dolores el tercer domingo de septiembre. A partir del siglo XV se extendió a toda la Iglesia. En un principio la fiesta se celebraba el tercer domingo de septiembre, pero el Papa Pío VII fijó la fecha el 15 de septiembre, un día después de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz (que en algunos países se celebra el 14 de septiembre, pero en Colombia se celebra el 3 de mayo). Según el Papa Francisco: «Hoy nos hará bien detenernos un poco y pensar en el dolor y las penas de Nuestra Señora. Y en cómo las ha llevado, con fuerza, con llanto: no era un llanto falso, era su corazón destrozado por el dolor».

Señor de los Milagros

Hoy celebramos la fiesta del Señor de los Milagros de Buga, devoción de gran arraigo en Colombia. La leyenda dice que una mujer indígena estaba lavando ropa en el río Guadalajara, en Buga (Valle del Cauca); con el dinero que le dieran a cambio, pensaba comprar una nueva imagen de Jesucristo. Logró ganar suficiente para encargar la imagen; sin embargo, al ver la tristeza de un vecino que iba a ser encarcelado por una deuda que no podía pagar, sintió compasión y decidió darle el dinero. Al poco tiempo, la humilde lavandera, mientras realizaba su trabajo, vio un objeto brillante que bajaba por el río: un crucifijo de madera que consideró un regalo del cielo. La mujer lo llevó a su casa y lo puso en medio de un altar. Al día siguiente, cuando la anciana se despertó, descubrió que la imagen había aumentado de tamaño. Después de que las autoridades eclesiásticas dieron fe de la autenticidad del hecho 70 reales, dinero milagroso, la devoción a la imagen aumentó y se decidió construir una ermita. En 1907 se construyó la basílica actual y en 1937 se le otorgó el título de Basílica Menor. Durante siglos, Buga ha sido un sitio de peregrinaciones por los testimonios de la intervención divina del Milagroso. Recordemos que quien hace los milagros no es la imagen que es de madera o yeso, sino Nuestro Señor Jesucristo cuya Pasión y Muerte recordamos cuando veneramos su imagen.

San Pedro Calver (*1580/†1654)

Religioso Presbítero
Nació en Verdú (España) en 1580. En 1596, fue enviado a estudiar a Barcelona (España); allí comenzó a sentir el llamado vocacional y el deseo de ingresar a la Compañía de Jesús. Mientras realizaba sus estudios de filosofía en Mallorca (España), conoció al hermano Alonso Rodríguez, portero del convento que le hizo descubrir su vocación misionera y que también vaticinó a dónde sería enviado para predicar la Palabra de Cristo. Luego de realizar la petición a sus superiores, fue enviado a Colombia. Pasó un tiempo en la casa de los jesuitas en Bogotá; posteriormente, fue enviado a Tunja y finalmente a Cartagena, donde fue ordenado como sacerdote. En 1622, Pedro, que había presenciado el drama de los esclavos que llegaban a Cartagena, hizo su profesión religiosa agregando la promesa de pasar toda su vida al servicio de ellos. Cada vez que llegaba un barco negrero, san Pedro se acercaba para darles comida a los esclavos cautivos y para consolarlos y atenderlos. Asimismo, se puso a los pies de los enfermos, para darles los servicios más humildes y, junto con el pan material, les dio el pan espiritual. A pesar de las dificultades y de la oposición de algunos esclavistas, san Pedro Claver continuó su labor apostólica y evangelizadora hasta que enfermó gravemente y murió en Cartagena en 1654. Fue canonizado en 1888 por el Papa León XIII.

Natividad de la Bienaventurada Virgen María

"Celebremos con alegría el Nacimiento de María, la Virgen: de Ella salió el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios".

Queridos hermanos, hoy celebramos la Natividad de la Santísima Virgen María, festividad que se celebra nueve meses después de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción (8 de Diciembre) y que nos permite recordar las virtudes que María mostró desde su infancia. En las Sagradas Escrituras no encontramos información sobre la vida de la Santísima Virgen antes de la Anunciación; sin embargo, algunos escritos apócrifos, tales como el Protoevangelio de Santiago, hablan de la infancia de María y de sus padres. De acuerdo con esta tradición, del María, descendiente también rey David, era hija de san Joaquín y santa Ana, una pareja de esposos piadosos procedentes de Galilea Como ya estaban avanzados en edad y no tenían descendencia, recibían el rechazo de sus vecinos, pues en aquel tiempo la esterilidad se consideraba un castigo divino. Por ello, san Joaquín se fue al desierto durante 40 días para orar y ayunar. Mientras tanto, Ana recibió la visita de un ángel que le dijo: «Ana, el Señor ha escuchado tu oración: concebirás y darás a luz. Del fruto de tu vientre se hablará en todo el mundo». Tiempo después nació María, que desde niña mostró que no tenía mancha de pecado. El Señor hizo que María fuera inmune a la mancha original, porque la destinó a reparar el mundo y mediar por la paz entre los hombres y Dios a través de su Hijo Jesús. Él la eligió como la Madre de su Unigénito.