Ocúpate en la lectura (de la Palabra de Dios), la exhortación y la enseñanza… Ocúpate en estas cosas. 1 Timoteo 4:13, 15
¿Entiendes lo que lees?… ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Hechos 8:30-31
Según un sondeo hecho en Francia, el 71% de las personas interrogadas afirmó que entre los personajes más célebres, Jesucristo es aquel cuyos pensamientos mejor conocen. Pero sólo el 23% de esas mismas personas declararon haber leído la Biblia. Entonces uno puede preguntarse de dónde sacan sus conocimientos acerca de Jesucristo. Quizá de una película sobre la vida de Jesús, la que sólo es una interpretación de su vida y de su enseñanza. En efecto, no podemos tener un conocimiento justo y preciso de Jesucristo sin haber leído la Escritura. No se obtiene la fe cristiana sólo por lo que otros dicen sobre Jesucristo, sino que la fe viene por “el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Ni la educación cristiana ni los libros de historia son suficientes para fundamentar nuestra fe.
A veces se oye decir: –Traté de leer la Biblia, pero fui desalentado por las dificultades. Es posible, pero seamos sinceros: –¿Puede usted, después de haber leído un libro de matemáticas, pretender haber asimilado su contenido? No, todos los estudiantes le dirán que no basta leerlo, sino que se debe estudiarlo, hacer ejercicios y a menudo dejarse ayudar. Así ocurre con la Biblia, que es a la vez sencilla y difícil de entender. Para aquel que la lee con confianza, le habla a su corazón y a su conciencia. Pero el que quiere juzgarla no conseguirá entender su sentido profundo. Es, pues, necesario leerla con humildad, fe y oración.
Tomado de: Editorial La Buena Semilla
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