No hurtarás. Éxodo 20:15
«¡Ladrón, ladrón!…» ¡Ya no estamos en la época en que se viajaba en carrozas, asaltadas en los bosques por bandidos que tomaban el bolso de los viajeros! La forma de viajar cambió, ¡Y la de robar también! En estos comienzos del siglo 21, el robo presenta múltiples facetas: apropiarse del bien ajeno por la fuerza, es decir, a mano armada, empleando la técnica del carterista, chantajeando…
El fraude también es un tipo de robo: tomar del otro más de lo que nos debe o no darle lo que se le debe. Vivimos en un mundo donde continuamente debemos estar alerta contra el robo, ya sea empleando cámaras de vigilancia o sistemas de alarma… En una sociedad que tiene cada vez más dificultades para distinguir entre el bien y el mal, a veces robar se vuelve un juego y al mismo tiempo un método para adquirir dinero sin trabajar. Pero a pesar de la evolución de las técnicas de robo, hay una cosa que no cambia, a saber, el mandamiento dado por Dios en su ley: “No hurtarás”. No hay nada que se esconda de Dios, pues él está al tanto de todas las obras de los habitantes de la tierra (Salmo 33:13-15), y un día pagará a cada uno según sus obras (Romanos 2:6). En un mundo que sufre tanto de todo tipo de robos, “el que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (Efesios 4:28).
Así, sucederá que las manos que antes estaban listas para robar se pondrán a trabajar, incluso par ayudar a los necesitados. ¡Qué cambio!
«¡Ladrón, ladrón!…» ¡Ya no estamos en la época en que se viajaba en carrozas, asaltadas en los bosques por bandidos que tomaban el bolso de los viajeros! La forma de viajar cambió, ¡Y la de robar también! En estos comienzos del siglo 21, el robo presenta múltiples facetas: apropiarse del bien ajeno por la fuerza, es decir, a mano armada, empleando la técnica del carterista, chantajeando…
El fraude también es un tipo de robo: tomar del otro más de lo que nos debe o no darle lo que se le debe. Vivimos en un mundo donde continuamente debemos estar alerta contra el robo, ya sea empleando cámaras de vigilancia o sistemas de alarma… En una sociedad que tiene cada vez más dificultades para distinguir entre el bien y el mal, a veces robar se vuelve un juego y al mismo tiempo un método para adquirir dinero sin trabajar. Pero a pesar de la evolución de las técnicas de robo, hay una cosa que no cambia, a saber, el mandamiento dado por Dios en su ley: “No hurtarás”. No hay nada que se esconda de Dios, pues él está al tanto de todas las obras de los habitantes de la tierra (Salmo 33:13-15), y un día pagará a cada uno según sus obras (Romanos 2:6). En un mundo que sufre tanto de todo tipo de robos, “el que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (Efesios 4:28).
Así, sucederá que las manos que antes estaban listas para robar se pondrán a trabajar, incluso par ayudar a los necesitados. ¡Qué cambio!
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