La Ascensión del Señor

"Galileos, ¿qué hacen ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que los ha dejado para subir al cielo volverá como lo han visto marcharse. Aleluya" (Hch 1, 11)

"No nos quedemos mirando al cielo" El Señor asciende al cielo, es decir, nos deja el compromiso de ver cuál es la meta de nuestra vida. El se presentó como "el Camino"; ahora entendemos mejor que seguirlo es el camino seguro para heredar la vida eterna. "No nos quedemos mirando el cielo" como aquellos hombres. Sigamos con los pies en la tierra, continuemos pisando nuestro mundo lleno de cosas positivas y negativas. No podemos ser ciegos a la realidad que nos corresponde vivir. Es necesario levantar la mirada a lo alto y pedir la fuerza divina para no enfrentar la vida con las fuerzas humanas sino con la fuerza de Dios. Jesús no nos abandona, simplemente se distancia para que cada uno de nosotros tome el lugar que le corresponde y luche por continuar esa obra de Dios. Comienza el tiempo de la presencia de Dios; su Espíritu será quien guie nuestro caminar cada uno dará lo mejor de sí para que el Reino de Dios sea creíble. "Regresaron a Jerusalén llenos de gozo". Después de celebrar esta solemnidad de la Ascensión del Señor, debemos regresar gozosos, porque sabemos que no estamos solos. Sin las pruebas de la vida, nuestra fe seria muy fácil de vivir; en ellas la fe se fortalece y nos llenan de valor. Ahora es el tiempo de cumplir con nuestra tarea de ser discípulos del Señor. El ha confiado en nosotros y no podemos fallarle. Debemos regresar a nuestra realidad pero con la fuerza que recibimos de lo Alto. Cada vez que celebramos la Eucaristía, rezamos el Rosario, hacemos un acto de Piedad, hagámoslo para impregnar esa realidad de la vida de Dios, de lo que nos llenamos con el Pan Eucarístico y de la Palabra. Ascender es seguir mostrando el camino de Dios a toda persona que se cruza en nuestra vida, con palabras, enseñanzas, hechos y sobre todo con el ejemplo desde el silencio.

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