Esta Fiesta fue instituida por el Papa San Pío V como aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la Batalla naval de Lepanto en 1571, atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del Santo Rosario. La celebración de este día es una invitación para todos los cristianos católicos a meditar los misterios de Cristo por medio del Santo Rosario en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especial a la Encarnación, la Pasión y la gloria de la Resurrección del Hijo de Dios. El Papa San Juan Pablo II afirmó que "el Rosario, precisamente a partir de la experiencia de María, es una oración contemplativa. Sin esta dimensión, se desnaturalizaría, como subrayó Pablo VI: Sin contemplación, el Rosario es un cuerpo sin alma y su rezo corre el peligro de convertirse en repetición de fórmulas y de contradecir la advertencia de Jesús. Por su naturaleza el rezo del Rosario exige un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso que favorezcan a quien ora la meditación de los misterios de la vida del Señor, vistos a través del corazón de Aquella que estuvo más cerca de Él y que manifiesten su insondable riqueza".
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