“¡Salve, Madre santa!, Virgen Madre del Rey. que gobierna Cielo y tierra por los siglos de los siglos".
(Is 9, 2.6; Lc 1, 33)
Iniciamos este año 2019 en Nombre del Señor y de la Madre de Dios y Madre Nuestra. Este dogma de fe, de la maternidad divina, fue declarado en el Concilio de Éfeso en el año 431. El Papa Francisco, en la Homilíia de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios del año anterior, afirma que: "Madre de Dios es el título más importante de la Virgen. Pero nos podemos plantear una cuestión: ¿Por qué decimos Madre de Dios y no Madre de Jesús? Algunos en el pasado pidieron limitarse a esto, pero la Iglesia afirmó: María es Madre de Dios. Tenemos que dar gracias porque estas palabras contienen una verdad espléndida sobre Dios y sobre nosotros. Y es que, desde que el Señor se encarnó en María, y por siempre, nuestra humanidad está indefectiblemente unida a Él. Ya no existe Dios sin el hombre: la carne que Jesús tomó de su Madre es suya también ahora y lo será para siempre. Decir Madre de Dios nos recuerda esto: Dios se ha hecho cercano con la humanidad como un niño a su madre que lo lleva en el seno. La palabra madre (mater) hace referencia también a la palabra materia. En su Madre, el Dios del cielo, el Dios infinito se ha hecho pequeño, se ha hecho materia, para estar no solamente con nosotros, sino también para ser como nosotros. He aquí el milagro, he aquí la novedad: el hombre ya no está solo; ya no es huérfano, sino que es hijo para siempre. El abre esta novedad. Y nosotros la proclamamos diciendo: ¡Madre de Dios! Es el gozo de saber que nuestra soledad ha sido derrotada. Es la belleza de sabernos hijos amados, de conocer que no nos podrán quitar jamás esta infancia" Hoy también celebramos la Jornada Mundial de Oración por la Paz y le pedimos a nuestra Madre Santísima que custodie este año y traiga la paz de su Hijo a nuestros corazones y a mundo entero.
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