Santos Inocentes (Siglo I), Mártires - Diciembre 28

La memoria de los Santos Inocentes en la liturgia de nuestra Iglesia nos hace reflexionar sobre la postura que debemos tomar respecto a todos aquellos actos de maltrato, violencia y muerte que se ejercen contra los más vulnerables, y que han sido motivados por la ambición y el deseo de poder de algunos. El fundamento bíblico de esta fiesta lo encontramos en el Evangelio de Mateo (cfr Mt 2,1-18), cuando se nos narra la cruel decisión que toma el rey Herodes de mandar a asesinar a todos los niños menores de 2 años que estuvieran en Belén y sus alrededores, buscando esto eliminar las posibilidades de que surgiera aquel rey del que hablaban las profecías y que según los sabios de oriente, ya había nacido y amenazaba con quitarle su poderío. La Tradición de la Iglesia ha querido ver en estos niños a los inocentes de toda la historia de la humanidad, cuya sangre se derramó por la persecución injusta y violenta de aquellos que solo buscan mantener su poderío a través de la siembra del terror, la muerte y la manipulación de las conciencias. Estos niños no cometieron mal alguno y su inocencia, como la de tantos hombres y mujeres que a lo largo de la historia han sido víctimas de la ambición de otros, sube al altar del Señor para pedirle justicia y protección para los más vulnerables. Hoy tenemos a muchos Herodes que desde su influencia económica, política o religiosa, intentan silenciar la voz de todo aquel que amenace su poder, por ello, debemos estar atentos a no convertirnos en cómplices del maltrato a los demás siendo testigos silenciosos de todo ello. Hoy, más que nunca, estamos llamados a proteger la vida y sembrar justicia.

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