Obispo La caridad es el «milagro» más grande que nace de la fe: cuidar a los más pequeños, al prójimo en general; este es el mensaje más profético y revolucionario que nos dejó San Nicolás, uno de los santos más venerados y amados del mundo. Nació en el año 270 en Patara, en Licia (actual Turquía), en el seno de una familia acomodada. Desde niño se caracterizó por su piedad y su generosidad, pues repartía todo lo que tenía entre los más necesitados. Después de la muerte de sus padres, repartió toda su herencia entre los pobres e ingresó al monasterio de Mira (Turquía), donde fue ordenado sacerdote. Según la tradición, el obispo de la ciudad había muerto y el clero local estaba debatiendo sobre quién debía sucederlo. Todos acordaron que elegirían al próximo sacerdote que entrara al templo y en ese momento entró Nicolás; desde entonces dirigió su cátedra con gran celo apostólico. Tuvo que enfrentar la persecución del emperador Licino, durante el cual fue encarcelado y azotado; sin embargo, recuperó su libertad tras la promulgación del Edicto de Milán, en el año 313. Defensor de la ortodoxia, participó en el Concilio de Nicea en el año 325, donde tomó la postura en contra de la herejía arriana. Murió en el año 343 en Mira (Turquía). Sus reliquias fueron llevadas a Bari (ciudad de Italia) tras la invasión musulmana de Turquía.
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