"Un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre"
(Lc 2,12).
Hemos llegado la primera víspera de la Natividad del Señor. Seguramente todo está listo o casi todo para celebrar la llegada de nuestro Salvador. Los regalos están empacados o lo haremos durante el día. Con alegría ofreceremos regalos a familiares, amigos o seres queridos que esperaremos por los nuestros. Sin embargo, no olvidemos que estas fiestas navideñas se celebran porque nace el Niño Jesús. No es Papá Noel o Santa Claus u otra persona o cosa por estilo. Es el nacimiento del Divino Salvador lo que celebramos. El Santo Padre nos insta a que "sin Jesús no hay Navidad; es otra fiesta, pero no la Navidad. Y si en el centro está Él, entonces también todo el entorno, es decir las luces, los sonidos, las distintas tradiciones locales, incluidas las comidas características, todo contribuye a crear la atmósfera de la fiesta, pero con Jesús en el centro (..) Nos podemos preguntar entonces qué significa acoger el don de Dios que es Jesús. Como Él mismo nos ha enseñado con su vida, significa convertirse diariamente en un don gratuito para aquellos que se encuentran en el propio camino. Es por esto que en Navidad se intercambian regalos. El verdadero don para nosotros es Jesús, y como Él, queremos ser don para los otros. Y, como nosotros queremos ser don para los otros, intercambiamos regalos, crear la atmósfera como signo, como señal de esta actitud que nos enseña Jesús: Él, enviado por el Padre, ha sido don para nosotros, y nosotros somos don para los otros". Por eso el Papa nos recuerda que el mejor regalo para nuestra vida, la familia, el hogar, la sociedad, la Iglesia y el mundo entero es Jesús. Queridos hermanos, tengamos presente que la salvación no se compra en un establecimiento y mucho menos se vende, pues es un regalo que viene únicamente de Dios y es totalmente gratuito. Jesús es nuestra salvación, nuestro mayor y mejor regalo de.Dios Padre, al que debemos acoger con humildad, sencillez y amor.
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