Jueves Santo: La Cena del Señor

Esta será una Semana Santa atípica, por el tema del Covid-19. Pero tradicionalmente termina la Cuaresma. En la tarde de hoy iniciamos el inicio del Sagrado Triduo Pascual, es decir, los últimos días de la Semana Santa, donde conmemoraremos la Última Cena, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. En las horas de la mañana (si no se ha celebrado en días anteriores), el Obispo de la Diócesis, junto con sus sacerdotes, diáconos y el pueblo de Dios congregado, bendice el Óleo de los Catecúmenos (para el Bautismo) y el Óleo de los enfermos (Unción para los enfermos o personas que se encuentran débiles por la vejez), y consagra el Crisma (para el Bautismo, la Confirmación y el Orden Sacerdotal), que sirven para la administración de los Sacramentos en los cristianos. Además, en esta misma Celebración Eucarística, los Sacerdotes hacen la Renovación de sus Promesas Sacerdotales, que hicieron públicamente el día de su Ordenación. El Santo Triduo Pascual, inicia en la tarde con la Celebración de la Última Cena, o Misa vespertina del Jueves Santo, donde Cristo instituye el Sacramento de la Eucaristía, el Sacramento del Orden Sacerdotal y nos deja el Mandamiento nuevo del Amor, bajo el signo del Lavatorio de los pies, manifestado en el servicio al prójimo. El Papa Francisco nos dice: este gesto “es conmovedor. Jesús que lava los pies a sus discípulos. Pedro no comprende nada, lo rechaza. Pero Jesús se lo ha explicado. ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis” (Jn. 13,12-15). Es el ejemplo del Señor: Él es el más importante y lava los pies porque, entre nosotros, el que está más en alto debe estar al servicio de los otros: «yo estoy a tu servicio». Y, ¿qué significa? Que debemos ayudarnos los unos a los otros. Así pues, Jesús en el Sacramento de la Eucaristía quiso quedarse con nosotros, haciéndose nuestro alimento de salvación”. “Tomad y comed, tomad y bebed. Haced esto en conmemoración mía”. Para ello, deja el Sacramento del Orden Sacerdotal, hombres tomados de entre hombres, consagrados para hacer presente a Cristo en la tierra. No puede haber Eucaristía sin Sacerdocio, ni Sacerdocio sin Eucaristía. Queridos hermanos, después de la Eucaristía, la Liturgia nos invita a permanecer en oración delante de Jesús Eucaristía. Velaremos en adoración con el Señor, cumpliendo el deseo que Él manifestó a los Apóstoles en el huerto de los Olivos: “Quedaos aquí y velad conmigo” (Mt. 26, 38).

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