La alabanza te trae a Mi presencia. Crea una estrecha proximidad entre tu espíritu y el Mío. Te hace sentir Mi amor y ver todo como Yo lo veo con más facilidad. La alabanza es la voz de la fe. Cuando me alabas reconoces que sólo Yo soy capaz de resolver tus problemas y declaras tu confianza en que Yo lo haré.
La alabanza abre la puerta de la dimensión espiritual. Te eleva por encima del ámbito material y sus circunstancias y te transporta al mundo espiritual, donde Yo lo gobierno todo y todo es posible.
La alabanza también es provechosa para tu espíritu. Cuando piensas en lo bueno y hablas de lo bueno, todo lo que te rodea se vuelve bueno. Si te pones a alabarme aun sin tener ganas, se te eleva el espíritu, y al poco tiempo te viene un deseo natural de hacerlo. Yo siempre bendigo y premio la alabanza.
Tus alabanzas ayudan incluso a quienes te rodean. Les levantan el ánimo y les infunden fe y confianza en Mí. Generan entusiasmo y optimismo.
Cuando me lo encomiendas todo a través de la alabanza, tu fe aumenta de manera exponencial. Es un principio espiritual que siempre da resultado.
El amor de Dios es constante. No conoce límites, no sabe de horas ni de días. Recuerda que Dios es muy grande, te ama y vela por ti.
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