Francisco, el encanto de la naturalidad

Marzo 12 de 2014
En el primer año de su pontificado ha sorprendido por su humildad.

Si el papa Francisco telefonea un día a su casa, desconfíe, pero no tanto. Bergoglio cumple hoy un año de su elección, un periodo en el que su voluntad de cercanía a las personas le ha llevado a protagonizar anécdotas con una naturalidad que aún sigue sorprendiendo.

“Recen por mi”, fue su primera frase en la presentación ante los fieles en la Plaza de San Pedro, que vieron a su nuevo líder vestido con una sotana blanca, sin las bellas casullas, mitras y zapatos rojos que usaba su predecesor, Benedicto XVI. Zapatos negros, sotana blanca por la que se transparentan sus pantalones oscuros, “porque se niega a portar los blancos”, dijo un alto cargo de la Curia.

“Humildad” ha sido la palabra más repetida por los creyentes de todo el mundo para referirse al pontífice, que desde el primer momento declinó vivir en los lujosos apartamentos papales y eligió una sencilla habitación en la residencia Santa Marta del Vaticano, donde se codea con miembros de la Curia, con religiosos que se hospedan en ella y con las numerosas visitas que recibe.

Antes de trasladarse a su nueva estancia, Francisco se dirigió a los incrédulos administradores del hospedaje Casa Pablo VI, donde se había alojado durante el cónclave, para pagar “religiosamente” por la habitación que había ocupado, a pesar de que estos se negaban a cobrársela.

Pronto, durante sus primeros días como papa, Bergoglio comenzó a destacar por la que ha sido una de sus aficiones fuera de protocolo más recurrentes: las llamadas telefónicas: al portero de la sede en Roma de la Compañía de Jesús, al quiosquero de Buenos Aires, a quien le pidió que no le guardase más el periódico, o un joven italiano de 19 años que le envió una carta a través de un cardenal.

En el contacto más directo, Francisco aprovecha las audiencias generales de los miércoles para acercarse, de manera literal, a los miles de fieles que abarrotan la plaza de San Pedro en el Vaticano.

Durante su paseo entre las multitudes con el siempre descubierto papa móvil, el pontífice saluda y ofrece su mano a la gente, especialmente a niños, enfermos y personas con discapacidad.

La imagen del papa besando a un hombre aquejado de neurofibromatosis (enfermedad desfigurante de la piel) le dio la vuelta al mundo, al igual que el momento en el que invitó a un joven con síndrome de Down a subir con él a su vehículo y completar el paseo por la plaza.

EN TWITTER

Francisco ni siquiera se ha resistido a las nuevas modas fotográficas, y buena prueba de ello es el autorretrato que se sacó el pasado agosto junto a un grupo de jóvenes peregrinos italianos que visitaban la basílica de San Pedro. La imagen original, obtenida con un teléfono móvil, fue difundida por Twitter a través del periodista italiano Fabio M. Rogona, quien se la pidió prestada a su propietario. Acto seguido, la instantánea comenzó a circular como la pólvora por la red social, generando todo un fenómeno viral.

Un papa, Francisco, del que algunos medios aseguran que sale por las noches vestido de común sacerdote para estar con los más pobres y hacer escapadas a “la periferia”, una palabra clave del hasta hace un año obispo de Buenos Aires.

CIUDAD DEL VATICANO/EFE

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