Dios todopoderoso, Padre amoroso del pobre y del que sufre, te amos infinitas gracias por todas las bendiciones que derramas en nuestra vida, especialmente por tu Divina Palabra, ya que con ella nos guías y nos instruyes para que caminemos seguros hacia tu encuentro. Te suplicamos que nos perdones por tantas ocasiones en que hemos cerrado nuestros oídos y corazón para escucharla, dejándonos llevar por el egoísmo y la soberbia de creer que sin Ti podemos ser felices. Te rogamos, amado Padre, que enciendas en nosotros en fuego del amor por tu Palabra, para que nos veamos libres de todo sentimiento y actitud que esté en contra de tu santísima voluntad. Santísima Virgen María, Madre de la Palabra encarnada, te suplicamos que tomes nuestro corazón y lo dispongas en esta Semana Santa para que la Palabra de tu Hijo de frutos pascuales en nosotros, y seamos personas que transforman el mundo y construyan el reino de Dios. Amén.
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