"Fieles de Dios, vengan a escuchar; les contaré lo que el Señor ha hecho conmigo" (Sal 65, 16)
Celebramos el día en que María se puso en camino y fue aprisa a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando a voz en grito, dijo: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno" (Lc 1, 39- 42). La visita de María Santísima a su prima Isabel es la visita del Dios con nosotros a su pueblo amado. San Ambrosio escribió elocuentemente acerca de este Segundo Misterio Gozoso que "El ángel que anunciaba los misterios, para inducir a creer por un hecho, ha anunciado a María, una Virgen, la maternidad de una esposa anciana y estéril, mostrando de este modo que Dios puede hacer todo cuanto le agrada. Desde que oyó esto Maria, no como incrédula del oráculo, ni como insegura del anuncio, ni como dudosa del hecho, sino alegre en su deseo, para cumplir un piadoso deber, presurosa por el gozo, se dirigió hacia la montaña. Llena de Dios, ¿podía ella no elevarse presurosa hacia las alturas?. Los cálculos lentos son extraños a la gracia del Espíritu Santo. Esta fiesta, introducida primero el dos de Julio, tuvo su origen remoto en la liturgia romana del siglo VI, en función de la preparación de la Navidad. El arzobispo Juan Jenstein de Praga en 1386, la introdujo en su diócesis y el Papa Urbano VI y su sucesor Bonifacio IX en 1389, la extendieron a toda la Iglesia, para invocar el fin del cisma entre el Papa Urbano VI y el antipapa Clemente VII. El Concilio de Basilea. en 1441 la reconfirmó. Que la Madre de Dios nos siga visitando ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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