"Bendito sea Dios Padre. y su Hijo Unigérito, y el Espirtu Santo, porque ha tenido misericordia de nosotros"
El fundamento de nuestra fe está en la vida trinitaria. Somos bautizados en el nombre de la Santa e Indivisible Trinidad. Esto quiere decir en primer lugar, que somos llamados a vivir como familia. Ser imagen y semejanza de Dios es reflejar ese Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Un Amor que crea, respeta, valora, perdona y por eso es un Amor que perdura eterno. inabarcable. Necesitamos de esa sabiduría, como lo expresa la primera lectura, para que podamos entender los designios de Dios, saber actuar no por nuestros propios medios sino bajo la voluntad de Dios. Actuar trinitariamente es expresar ese Amor de Dios que no se puede "violentar", luchemos para que todas las cosas sean reflejo de esa Unidad en el Amor. Quien vive desde el Amor trinitario, podrá comprender lo que el apóstol San Pablo nos ha expresado tan hermosamente: "la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada; la virtud, esperanza, y la esperanza no defrauda porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado". Jesús, reconoce que toda la tarea que viene después de su Resurrección, tendrá que ser asistida por el Espíritu Santo; sólo así la Verdad plena puede brillar. La vida trinitaria será guiada y fortalecida con el Espíritu Santo. Que cada día, hermanos, al hacer la señal de la Cruz, nos comprometamos con esta misión trinitaria que tenemos en el mundo. No hagamos la cruz mecánicamente, hagámosla despacio, con veneración, respeto, unción, sabiendo y entendiendo lo que decimos y lo que haremos siempre.
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