Nuestra Señora de Fátima

"¡Salve, Madre Santa!, Virgen, Madre del Rey, que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos".
Celebramos, llenos de júbilo, la aparición de Nuestra Señora a los tres pastorcitos de Fátima: Jacinta, Lucía y Francisco, ocurrida en 1917 en Portugal, particularmente en Cova de Iría. Lucia, de 9 anos, Francisco de 8, y Jacinta, de 6, se encontraron con una resplandeciente figura que les dijo: "Soy el Angel de la Paz". Durante aquel año, vieron dos veces la misma aparición. Los exhortó a ofrecer constantes "plegarias y sacrificios" y a aceptar con sumisión los sufrimientos que el Señor les enviaba, acto de reparación por los pecados con los que Él es ofendido. El 13 de mayo de 1917 se les apareció una "Señora toda de blanco, más brillante que el sol, a quien Lucía preguntó de dónde venía; ella respondió: "Vengo del cielo". Les pidió que regresaran al mismo lugar durante seis meses seguidos, los días trece. Fátima es un fuerte llamado a la conversión y a la penitencia, dando un gran impulso al pecador para que regrese lo más pronto al centro de Evangelio que es el corazón de Dios. La Congregación para la Doctrina de la fe ha manifestado que "Fátima es sin duda la más profética de las apariciones modernas. La primera y la segunda parte del secreto se refieren sobre todo a la aterradora visión del infierno, la devoción al Corazón Inmaculado de María, la segunda guerra mundial y la previsión de los daños ingentes que Rusia, en su defección de la fe cristiana y en adhesión al totalitarismo comunista, provocaría a la humanidad" Hoy recordamos con devoción. esta festividad mariana junto con el mensaje de Nuestra Señora: "Recen el rosario todos los dias, oren mucho; hagan penitencia por los pecadores, muchos van al infierno porque nadie se preocupa de orar y hacer penitencia por ellos. La guerra está por terminar, pero si no dejan de ofender al Señor, no pasará mucho tiempo antes que empiece otra peor. Quiten el pecado de sus vidas y trabajen para eliminarlo de la vida de los otros y colaboren así a la redención del Salvador". Que en nuestra oración siempre esté presente el ofrecer sacrificios por nuestra conversión y la de todos los pecadores con el propósito de no ofender más a Dios.

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