Maria, nuestra Reina, está de pie, a la derecha de Cristo, enjoyada con oro vestida de perlas y brocado. (Cf. Sal 44, 10.14)
Cuando contemplamos el Quinto Misterio Glorioso en el Santo Rosario meditamos con gran alegría la Coronación de la Santísima Virgen María como Reina universal de todo lo creado. El Concilio Vaticano II en el numeral 59 de la Constitución sobre la Iglesia Lumen Gentium (Luz de las Naciones), afirma que "la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa original y terminando el curso de su vida terrena, fue asunta en alma y en cuerpo a la gloria celestial, enaltecida por el Señor como Reina del Universo, para que se asemejara más plenamente a su Hijo, Señor de los que dominan (Ap 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte Esta celebración fue instituida en el año 1955 por el Papa Pío XII y trasladada a los ocho días después de a Solemnidad de la Asunción de María al cielo para poner de manifiesto su perfecta y total glorificación junto a su Hijo, Rey y Señor de todo el universo. El Papa San Juan Pablo II al meditar este misterio tan sublime, afirma que el título de Reina no sustituye al de Madre: su realeza sigue siendo un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le ha sido conferido para llevar a cabo esta misión Los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto aumenta su abandono filial en Aquella que es Madre en el orden de la gracia". Al ser Madre de Dios, María Santísima se vio adornada por El con todas las gracias y títulos más nobles. Fue constituida como Reina y Señora de todo lo creado; es tan Reina poderosa como Madre cariñosa. Que al rezar el Santo Rosario meditemos este santo misterio y contemplemos a la Virgen María intercediendo por nosotros, sus hijos amados.
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