Alegrémonos todos en el Señor al celebrar este día de fiesta en honor de la Virgen Maria: de su Asunción se alegran los ángeles y alaban al Hijo de Dios (Cf. Ap 12, 1)
Solemnidad. El dogma de la Asunción se refiere a que la Madre de Dios luego de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria celestial. Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII el de noviembre de 1950, en la Constitución "Munificentisimus Deus" que dice: "declaramos y definimos como dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo". El Papa Francisco, en el presente Jubileo de la Misericordia, nos recuerda que "el Concilio Vaticano ll, al final de la Constitución sobre la lglesia (Lumen Gentium), nos ha dejado una bellísima meditación sobre María Santísima. Recuerdo solamente las palabras que se refieren al misterio que hoy celebramos. La primera es ésta: "la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como Reina del universo" (LG 59). Y después, hacia el final, ésta otra: "La Madre de Jesús, glorificada ya en los cielos en cuerpo y alma, es la imagen y comienzo de la lglesia que llegará a su plenitud en el siglo futuro. También en este mundo, hasta que llegue el día del Señor, brilla ante el Pueblo de Dios en marcha, como señal de esperanza cierta y de consuelo (LG 68)". Y continúa exhortando el Papa: "Cristo es la primicia de los resucitados, y María es la primicia de los redimidos, la primera de aquellos que son de Cristo. Es nuestra Madre pero también podemos decir que es nuestra representante, es nuestra hermana, nuestra primera hermana, es la primera de los redimidos que ha llegado al cielo".
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