Dios misericordioso que nos enviaste la salvación en la persona de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, quien nos enseñó la perfecta obediencia a Ti, te pedimos que toques el corazón de los niños y de los jóvenes, para que instruidos por tu amor, procuren ser obedientes y sumisos con sus padres, cariñosos y detallistas con ellos, y atentos a sus consejos. Bendice, Señor, a los adultos mayores, para que su experiencia sea enseñanza para las nuevas generaciones. Enséñanos también Señor, a cruzar la puerta estrecha. motivados por tu gracia, en ejercicio continuo de fidelidad a tus mandatos. Santa María, Madre de Dios, se Tú el maternal amparo de nuestros hijos y con tu dulzura atraelos al encuentro de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
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