Jesús, María y José se presentan como modelo de toda familia. Son tres personas unidas en el amor, capaces de salir adelante en santidad. María elegida por Dios para ser la Madre de Jesús; José, el hombre del silencio y de la castidad, que al escuchar la voz de Dios fue capaz de cumplir con su misión; y Jesús, quien nos salvó de las garras del pecado y de la muerte. La Sagrada Familia de Nazaret mantiene abierto el sendero a la auténtica felicidad con las virtudes que la caracterizan para que sean adoptadas por todas las familias del mundo. La virtud principal es tener a Dios como centro de su quehacer cotidiano. En este clima de alegría, propio de la Navidad, el Papa Francisco exhortó al pueblo de Dios con estas palabras: "El núcleo familiar de Jesús, María y José es para todo creyente, y en especial para las familias, auténticas escuelas del Evangelio. Aquí admiramos el cumplimiento del plan divino de hacer de la familia una especial comunidad de vida y amor. Aquí aprendemos que todo núcleo familiar cristiano está llamado a ser 'Iglesia doméstica', para hacer resplandecer las virtudes evangélicas y llegar a ser fermento de bien en la sociedad". Los rasgos típicos de la Sagrada Familia son: recogimiento y oración, mutua comprensión y respeto, espíritu de sacrificio, trabajo y solidaridad. La Virgen y San José enseñan a acoger a los hijos como don de Dios y a educarlos cooperando de forma maravillosa con la obra del Creador. Que la Sagrada Familia de Jesús, María y José, bendiga y proteja nuestros hogares y a las familias del mundo, para que en ellas reine Dios, nuestro Señor.
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