"Al nombre de Jesús toda rodilla se doble -en el cielo, en la tierra, en el abismo- y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre" (Flp 2, 10-11)
El Santísimo Nombre de Jesús invocado con confianza, ofrece ayuda a necesidades corporales y espirituales, según la promesa de Cristo: "En mi Nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien" (Mc 16, 17-18). El Nombre de Jesús YHVH que significa Dios Salva (Mt 1, 21), nos protege de Satanás y sus artimañas, ya que el diablo le teme Nombre de Jesús, quien lo ha vencido en la Cruz. El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que "el segundo mandamiento prescribe respetar el Nombre del Señor. Pertenece, como el primer mandamiento, a la virtud de la religión y regula más particularmente el uso de nuestra palabra en las cosas santas, Dios confía su Nombre a los que creen en Él; se revela a ellos en su misterio personal. El don del Nombre pertenece al orden de la confidencia y la intimidad. El nombre del Señor es santo". Por eso el hombre no puede hacer mal uso de él. Lo debe guardar en la memoria en un silencio de adoración amorosa (Za 2, 17). "No lo empleará en sus propias palabras, sino para bendecirlo, alabarlo y glorificarlo" (Sal 29, 2; 96, 2; 113, 1-2). San Bernardino de Siena y sus discípulos propagaron este culto. Fue introducido como fiesta litúrgica en el siglo XVI. En 1530, el Papa Clemente VII concedió por vez primera a la Orden Franciscana la celebración del oficio del Santísimo Nombre de Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario