Con la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén dimos inicio a la Semana Santa o Semana Mayor. La liturgia de este día nos propone la Cena de Betania como un anticipo de la muerte de Jesús a partir de la unción que María de Betania realizó al Maestro. En este encuentro de amor también se encontraba Lázaro, a quien Jesús había resucitado anteriormente para manifestar su poder. La presencia de Lázaro es de alguna manera anuncio de la Resurrección de Jesucristo, pues el poder de Dios no tiene limite. La Cena de Betania manifiesta amor y dolor: amor por el encuentro de Jesús y los discípulos con Marta, María y Lázaro; dolor porque ya se acercaba el día de la partida de Jesús a través de su muerte en la Cruz. Sin embargo María de Betania, hermana de Lázaro, abre su corazón para dejarse amar por el Maestro por medio de la unción que hace a Jesús y luego secándole los pies con su cabellera. El aroma de este perfume tan costoso fue el de la fe, la esperanza y el amor. Jesús, que es generoso por excelencia, aceptó con agrado ese ofrecimiento, y rechazó la codicia y maldad de Judas, quien criticaba el acto como "desperdicio". María de Betania nos representaba en ese momento: nosotros podemos ser esa mujer que luego de dejar su pecado, se convirtió al Señor para conocerlo, amarlo y seguirlo, ofreciendo día tras día su vida desde la fe. Que esta Semana Santa no sea tiempo de vacaciones o paseo, como la sociedad de consumo lo quiere hacer ver, sino de piedad, oración, penitencia y conversión para tener un encuentro de amor con el Señor Resucitado.
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