Desde el inicio del cristianismo, la Iglesia ha encontrado en la Madre de Dios un modelo por seguir resaltando sus virtudes. En este día, veneramos su memoria bajo la advocación de Maria Auxiliadora. El primero que llamó a la Virgen María con el título de "Auxiliadora" fue San Juan Crisóstomo en el 345, cuando expresó: "Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios". San Sabas, en el 532, narra que en oriente había una imagen de la Virgen que era llamada "Auxiliadora de los enfermos" porque junto a ella se obraban muchas curaciones. En 1572, el Papa Pío V ordenó que en todo el mundo católico se rezara en las letanías la advocación: "María Auxiliadora ruega por nosotros". Este rezo, como símbolo de los cristianos, se promulgó durante la batalla de Lepanto. En 1814, el Papa Pío VII, prisionero del general Napoleón, prometió a la Virgen que el día que llegara libre a Roma lo declararía fiesta de María Auxiliadora. Inesperadamente, el pontífice quedó libre y llegó a Roma el 24 de mayo; desde entonces, se consagró este día a María Auxiliadora. San Juan Bosco fue el gran propagador de la devoción a María Auxiliadora y en sus meditaciones decía: "La devoción y el amor a María Santísima es una gran protección y un arma poderosa contra las asechanzas del demonio". Que al entrar a la recta final de este mes mariano tengamos presente en nuestra vida cristiana a la Madre de Dios, auxilio de los cristianos, e imitemos sus virtudes.
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