Bienaventurada Virgen María, Madre del santísimo Sacramento, prepara nuestros corazones para que al recibir a tu Hijo sacramentado, hagamos vida cuanto proclaman nuestros labios y anhela nuestra alma. Alcánzanos por tu santa intercesión, la gracia de corresponder al Creador el amor que nos tiene, no con bienes materiales sino con el servicio a los más necesitados. Espíritu Santo, Tú que llenaste a los apóstoles de tu fuerza en la fiesta de Pentecostés, no te olvides de nosotros, pues somos frágiles e inconstantes, y con frecuencia nos olvidamos de nuestros compromisos bautismales y sólo buscamos la alabanza de los hombres. Amén.
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