Vigilia de Pentecostés

Espiritu de Dios: ¡Llena nuestra vida! 
Jesús es la Palabra encarnada del Padre, habitaba con Dios en el principio y ha venido al mundo para calmar la sed que los hombres tienen. Nuestro corazón solo descansara en El, pues es la fuente de vida dada en Meriba. El camino del desierto se hace mas llevadero cuando tenemos agua, que jamas sera turbia sino que nos llenara de vida. La invitación que hace Jesús para que beban de ella no es para privilegiados o santos, pero si nos atrevemos a tomarla, preparémonos para santificarnos, porque los dones que El concede son para la vida eterna. Su Espíritu fluye como el agua y su fuerza no se escapa, ya que penetra hasta lo mas hondo de nuestro ser y fecunda las semillas que el Padre ha plantado en nuestra alma. El agua, el Espíritu de Dios, "endulza" el mar muerto donde no se producía nada y lo hace fecundo para que muchos vengan a beber amor donde antes había odio y venganza. El agua que Dios nos da es su mismo Espíritu Santo, que esta noche recibiremos como los apóstoles en el pasado, no para sino para el bien de toda la Iglesia. El Espíritu que hoy viene sobre nosotros es un don que nos anima a seguir adelante, sanando las de la humanidad y llenando de consuelo a los afligidos.

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