El Bautismo del Señor - Enero 08

“Apenas se bautizó el Señor, se abrió el cielo, y el Espíritu se posó sobre Él como una paloma. Y se oyó la voz del Padre que decía: Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto”. (Mt 3, 16-17)

Con la Fiesta del Bautismo del Señor se termina el tiempo litúrgico de la Navidad e inicia el tiempo Ordinario. Con el Bautismo, el Señor Jesús inicia su vida pública y su misión mesiánica. Deja de lado su vida silenciosa en Nazaret para empezar a predicar acerca del Reino y lo hace llamando a doce hombres para que estén con Él curando enfermos, haciendo oír a los sordos, caminar a los paralíticos, expulsando demonios y mostrando el rostro amoroso del Padre en Él. Esta es la misión que encomienda Jesús a sus Apóstoles: vayan, pues y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La fe se nos da como un regalo de Dios en el día del Bautismo y nos recuerda que ella no es obra de un individuo aislado, no es un acto que el hombre pueda realizar contando con sus fuerzas, sino que tiene que ser recibida, entrando en la comunión eclesial que transmite el don de Dios, nadie se bautiza a sí mismo, igual que nadie nace por su cuenta. Hemos sido bautizados para recibir a Dios y la salvación que nos trae por medio de su amor, gracia y misericordia. Hoy es una gran oportunidad para renovar nuestro Bautismo y, como nos dice San Ambrosio, “considera dónde eres bautizado, de dónde viene el Bautismo: de la Cruz de Cristo, de la muerte de Cristo. Ahí está todo el misterio: Él padeció por ti; en Él eres rescatado, en Él eres salvado”.

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