Su nombre judío era Saulo, pero como también era ciudadano romano llevaba el nombre latino de "Paulo" (Pablo) Nació aproximadamente en el año 8 en Tarso de Cilicia (Turquía), provincia romana. El trabajo manual aprendió fue heredado por su padre y consistía en el oficio de fabricar tiendas. Se trasladó a Jerusalén para ser educado los pies del rabino Gamaliel el viejo, según las normas más estrictas del fariseísmo, por lo que adquirió un gran celo por la Ley de Moisés. Estos sentimientos le hicieron pensar que el nuevo movimiento iniciado por Jesús de Nazaret constituía un peligro para la identidad judía, lo que lo condujo a perseguir encarnizadamente a la Iglesia de Dios. Este es el contexto donde se sitúa el acontecimiento de Damasco, la conversión de Saulo, quien dejará de perseguir a los cristianos para convertirse en el apóstol de los gentiles. Precisamente llevaba cartas de recomendación de los judíos de Jerusalén para las autoridades de Damasco en las que informaba que quería poner entre rejas a los cristianos que encontrara. El libro de Los Hechos de los Apóstoles narra encuentro que tuvo Saulo con Cristo Resucitado quien se presentó como una luz espléndida y transformó su pensamiento y su vida. El esplendor del Señor Resucitado lo dejó ciego, así, se presenta también exteriormente lo que era su realidad interior, su ceguera respecto de la verdad que es Cristo. Después de este encuentro definitivo, la vida de Pablo cambió por completo: se convirtió en un misionero incansable y mártir por el Evangelio. Esta fiesta de su conversión apareció en el siglo VI.
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