Exulta, cielo; alégrate, tierra, porque viene el Señor y se compadecerá de los desamparados" (Is 49, 13)
Ayer, en medio de villancicos y júbilo, dimos inicio a la Novena que prepara la Solemnidad de la Natividad del Hijo de Dios; es decir, caminar hacia la Navidad. Esto no es otra cosa que abrir nuestro corazón al amor de Dios Padre que se revela a través de su Hijo Jesucristo como el Mesias, que viene para darnos a conocer el Plan de Dios, hacernos hermanos en Él y liberarnos del pecado. Caminar hacia Belén es disponer nuestra vida para recibir con gozo al Niño Jesús, compartiendo lo poco o mucho que tenemos, es perdonar de corazón las ofensas que hemos recibido como nos lo pide el Señor, fomentando un ambiente de esperanza y alegría en medio del mundo que nos rodea. La Navidad es la manifestación de la luz de Dios en el Niño que nace para quedarse con nosotros, Jesús es el sentido de todo y por eso procuramos recordar su Presencia en familia alrededor del pesebre, orando, cantando villancicos, compartiendo con gozo y armonía. El anuncio del Emmanuel (Dios con nosotros) implica la Presencia divina en la historia de la humanidad. Presencia que llega a su plenitud en la Encarnación del Verbo y en su llegada. Que al iniciar hoy la segunda parte del Tiempo de Adviento, con las ferias privilegiadas que van del 17 al 24 de diciembre, comprendamos que Navidad es dejar nacer en nuestra vida y en nuestras familias al Emmanuel, el Dios con nosotros.
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