El Bautismo del Señor - Enero 13

“Apenas se bautizó el Señor, se abrió el cielo, y el Espíritu se posó sobre Él como una paloma. Y se oyó la voz del Padre que decía: Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto". 
(Mt. 3, 16-17) 

¡Qué alegría poder celebrar esta Fiesta en la que todos estamos invitados a renovar nuestras promesas bautismales! En el sacramento del Bautismo, como sucedió con Jesús, somos ungidos; eso quiere decir que Dios nos consagra para que seamos propiedad suya y actuemos según esa condición. En el Bautismo de Jesús hay un elemento dinamizador: El Espíritu Santo. Asimismo, al ser sumergidos en el agua Dios da plenamente su Amor para habitar en cada ser humano y colmarlo con su Presencia. "Miren a mi siervo a quien sostengo, mi elegido". Desde el Bautismo, Dios nos sostiene de una manera especial, porque nos ha reconocido como sus hijos, y Él, como Padre amoroso, estará pendiente de nuestros pasos. El Bautismo imprime en quien lo recibe un carácter, en otras palabras, deja marcada en el corazón de la persona la figura de quien siendo Dios ha querido hacerse uno de nosotros para demostrarnos que es posible la perfección y en ella la santidad. Hermanos hoy también se oye la voz: "Este es mi Hijo Amado"; con Jesús estamos todos, solo nos basta perseverar para que como de lo que profesamos, y así la humanidad busque, por nuestro testimonio, el Rostro de Aquel que da la vida eterna. La vida del ser humano es un proceso que exige disciplina, compromiso y fidelidad, porque lo que está en juego es la perpetuidad de la obra de Dios y en ella la liberación del género humano. Que la renovación de nuestra condición de hijos de Dios nos permita descubrir en el otro la bondad, la luz y la gracia que Dios ha impreso en cada uno y nos ha dejado como prenda de Salvación.

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