La Salvación de Dios llega para toda la humanidad
Desde tiempos inmemoriales la tradición nos ha invitado a conmemorar la Epifanía del Señor, claro está que lo que se ha buscado de la mano de esta Solemnidad es darle a lo celebrado un talante netamente cristiano, tratando de quitar de raíz el sentido pagano de lo que en siglos pasados llego a ser motivo de fiesta. Algunos pueblos por esta fecha se reunían para recordar al dios Aion, pensando que se manifestaba al renacer el sol en el solsticio de invierno; otros elevaban su acción de gracias al dios Dionisio por los "prodigios" realizados en favor de sus devotos.
Para los Sabios de Oriente, esta realidad no fue del todo ajena, ya que sus estudios en astronomía y su claro sentido del Nacimiento del Salvador y Rey del mundo los llevaron a emprender un viaje guiados por una estrella y, en especial, por la convicción infundida en ellos por el mismo Dios. Algunos entendidos han llegado a plantear hipótesis con relación a la estrella al afirmar que lo que en su momento sucedió fue la conjunción de los planetas Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis. Antiguamente, Júpiter era considerado como símbolo del Rey del Universo; Saturno, como estrella de Palestina, y la constelación de Piscis, como signo de la plenitud de los tiempos. Si lo anterior fue así, tiene sentido el hecho de que los Magos de oriente hayan querido adorar al Niño de Belén y sustentar con su presencia que el tiempo había llegado a su plenitud y que esta se daría para el mundo en tierra de Palestina.
La Solemnidad de la Epifanía (epifanía del griego: ETTIpáVEIa que significa «manifestación»), o Fiesta de los Reyes Magos, como popularmente se le bautizó, confirma que el Hijo de Dios ha nacido para Salvación del género humano; no obstante, no es la única Epifanía que la Iglesia celebra, ya que las bodas de Caná y el Bautismo del Señor son eventos considerados como manifestaciones de Jesús: en la primera el Señor quiso manifestarse a sus discípulos y en la segunda se manifiesta a los judíos. Estas tres manifestaciones revelan el sentido universal de la Presencia del Hijo de Dios y su deseo de darle a la creación y al hombre una nueva significación.
Los Magos de Oriente no eran testigos directos de la Revelación, como lo eran los judíos, pero su deseo de buscar a Dios los llevó a ver en la creación su Presencia a caminar sin flaquear para encontrar y contemplar con sus propios ojos al Rey del Universo. Estos hombres venidos de oriente no dejaron que el cansancio, las inclemencias del viaje y aun la soberbia del rey del lugar los llevaran a desfallecer, por el contrario, todo esto, sumado a sus convicciones, los llevaron a testimoniar la omnipotencia de Dios, que es capaz de hacer mucho más de lo que podamos llegar a imaginar.
La fisonomía y los nombres de los Reyes Magos no se encuentran en la Sagrada Escritura; sin embargo, la tradición le designó a cada uno una identidad, que después de los siglos persiste y da claro sentido a lo celebrado. Melchor, hombre de avanzada edad, representa a Europa y le da oro al Salvador como signo de la realeza que lo acompaña; Gaspar, hombre joven, representa al continente asiático y lleva consigo incienso, como signo de la Divinidad de Jesús; Baltazar, hombre maduro y de color, representa al continente africano y le ofrece mirra al Niño de Belén, como signo de su humanidad.
Los elementos ya descritos nos confirman que Jesús ha nacido para iluminar al mundo que caminaba en tinieblas; Él ha venido para ser Luz de las naciones y restaurar lo que el pecado había destruido. Jesús se manifiesta de manera humilde y sencilla, pero su Gloria es proclamada de manera solemne por boca del ángel a los pastores. San Lucas describe de hermosa manera ese momento: "Y de repente se reunieron con el ángel muchos otros ángeles del cielo, que alababan a Dios diciendo: "!Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor!»-" (Lc 2, 14). Jesús se ha manifestado para dar cumplimiento a las promesas del Padre; ha venido a restaurar la naturaleza caída del hombre a establecer la Jerusalén Celestial como morada definitiva de todo aquel que siga con afán la Estrella que no tiene ocaso.
Los Reyes de oriente dieron testimonio de lo que significa renunciar y perseverar, pues no solo renunciaron a su tierra, sino también a sí mismos, ya que mago significa sacerdote o sabio en lenguaje persa; estos hombres se despojaron de su vestidura para dejarse penetrar por la Gracia que se había manifestado de lo Alto. Los Sabios de oriente entregaron todo de sí mismos y, como signo material de su sumisión, dejaron como prenda oro, incienso y mirra, elementos materiales que demostraban la Majestad de quien los recibía, pero a la vez la humildad de quienes los entregaban. Hermanos, despojémonos de todo aquello que no nos permita doblegar nuestro orgullo, para que la Majestad de Aquel que es verdaderamente humilde suscite en cada uno el deseo de cambio y así, revestidos con la Gracia Celestial, podamos como los Magos dar fiel testimonio de la veracidad de las promesas de Dios Padre.
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