Conmemoración de los Fieles Difuntos - Noviembre 02

Amados hermanos en Cristo Jesús, la Iglesia dedica el día de hoy a orar por los hermanos que nos preceden en el sueño de la eternidad, ya que pedir por los fieles difuntos, especialmente por aquellos que se encuentran en un estado de purificación en el purgatorio, es una obra de misericordia. San Agustín, Obispo de Hipona, dejó una muy buena frase para meditar en relación a esta celebración: "Una flor sobre su tumba se marchita, una lágrima sobre su recuerdo se evapora. Una oración por su alma, la recibe Dios". La costumbre de orar por los difuntos es muy antigua y uno de sus orígenes lo podemos encontrar en el libro segundo de los Macabeos del Antiguo Testamento: "Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados" (2 Mac 12, 46). Continuando con esta tradición, en los primeros días de la cristiandad se escribían los nombres de los hermanos que habían partido a la eternidad en dos tablas plegables en forma de libro, en las que la Iglesia primitiva anotaba los nombres de los vivos y los muertos por quienes se tenía que orar. Tiempo después, en el año 998, el Abad San Odilón de Cluny prescribió a todos los monasterios encomendados a su trabajo pastoral en su jurisdicción que se hiciera memoria de todos los fieles difuntos el día siguiente al de la festividad de Todos los Santos. En el siglo XIV se admitió esta celebración para toda la Iglesia. Hermanos, el mejor homenaje que les podemos ofrecer a nuestros hermanos difuntos es rogar por ellos y honrar sus vidas poniendo en práctica sus consejos, sin perder de vista que en algún momento viviremos junto con Cristo y nuestros queridos difuntos, ya que Jesús nos dice: "Yo soy la Resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá". (Jn 11, 25).

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