Llamados a darle sabor al mundo con la luz de la caridad

"Entren, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, Creador nuestro. Porque Él es nuestro Dios". 
(Sal 94, 6-7) 

La liturgia de este domingo constituye un llamado para descubrir el poder de la Caridad como elemento de auténtico desarrollo social. El profeta Isaías el salmista afirmarán que cuando un creyente decide comprometerse en la defensa del débil y desvalido, se convierte en transformador de la sociedad, porque siembra justicia por doquier y llega a ser el medio a través del cual la humanidad puede percibir la voz de Dios diciendo «¡Aquí estoy!». Por ello, Jesús dirá que la esencia de sus discípulos es ser Caridad, la sal que da sabor a la vida y la luz que ilumina las mentes y los corazones con un poder increíble, imposible de ocultar, porque hace visible la Presencia de Dios en mundo. Por ello, todo discípulo está invitado a reconocer en Jesús Crucificado la enseñanza de la Caridad perfecta, como culmen de la firme decisión de Dios para redimir el dolor humano. Para ser sal de la tierra y luz del mundo, debemos prestar atención a los Evangelios de esta semana, que mostrarán a Jesús como Maestro de la Caridad, que libera a los oprimidos por el mal y se entrega sin cálculo ni medida a enseñar al pueblo. ¿Cómo podríamos sembrar acciones de Caridad en nuestros hogares, comunidades y lugares de estudio o trabajo? Dios cuenta con nosotros para transformar el mundo con la fuerza de su amor. Pidamos al Espíritu Santo que nos recuerde estas cosas para que no desperdiciemos la oportunidad de sanar el mundo con la Caridad, de manera que nuestras mentes y corazones queden libres del egoísmo y la indiferencia, para generar iniciativas que garanticen la justicia y la paz para todos.

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