Hoy celebramos la fiesta del apóstol san Mateo, también llamado Leví y a quien la tradición atribuye la autoría del primer Evangelio. De acuerdo a las Escrituras, Mateo era hijo de Alfeo, judío de nacimiento y publicano, es decir, recolector de impuestos al servicio del Imperio Romano. Su trabajo le aseguraba cierta tranquilidad económica, pero le hizo ganarse el rechazo de sus paisanos; sin embargo, su pronta renuncia a los bienes para seguir a Jesús le valió tal abundancia de gracia que alcanzó los picos más altos de perfección cristiana. Mateo tuvo la dicha de hospedar al Salvador en su casa; los fariseos se escandalizaron, ya que Jesús, una vez más, se reunió con publicanos y pecadores, pues «no necesitan de médico los que están sanos, sino los enfermos» (Mc 2, 17). Desde aquel entonces, Mateo siguió a Jesús y se convirtió en uno de los Doce Apóstoles. Estuvo en la Última Cena, fue testigo de las apariciones del Resucitado y recibió el Espíritu Santo en Pentecostés. Estuvo 13 años predicando el Evangelio en Judea y en los distritos vecinos. Es en este periodo en el que la tradición afirma que se escribió el Evangelio que lleva su nombre. Algunas leyendas afirman que predicó en Etiopía, donde recibió la corona del martirio mientras celebraba el sacrificio sagrado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario