Hoy celebramos la fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, intermediarios entre Dios y los hombres, así como los encargados de ejecutar sus órdenes. La palabra «Arcángel» viene del griego y significa «ángel jefe» o «ángel principal». Los Arcángeles, según Pseudo Dionisio el Areopagita, teólogo y místico bizantino, son las jerarquías angélicas más altas que tienen tareas específicas, entre las cuales están: servir a Dios, contemplar su Rostro, cantar sin cesar sus alabanzas, luchar contra Satanás hasta su derrota final y avudar al hombre enviándole mensajes de Dios. Si bien es cierto que algunas denominaciones cristianas hablan de siete arcángeles, la Iglesia Católica solo reconoce tres, cuyos nombres se encuentran en las Escrituras; estos son: San Miguel: es el jefe de la milicia celestial, el arcángel que se levanta contra Satanás y sus aliados (Ap 12, 7), defensor de los amigos de Dios y abogado del pueblo elegido, San Gabriel: es uno de los espíritus que están delante de Dios, le revela a Daniel los secretos del plan divino (Dn 8, 16; 9, 21-22), anuncia a Zacarías el nacimiento de Juan el Bautista y a María el Nacimiento de Jesús. San Rafael: es el ángel que es invocado para las enfermedades del alma y del cuerpo. En la Biblia es mencionado en el libro de Tobías, en el que acompaña y protege a Tobías en las vicisitudes de su viaje y sana a su padre ciego. También es invocado como protector de aquellos que emprenden viajes largos e inciertos en la vida, pero también es el protector de los jóvenes y los cónyuges.
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