Hágase Tú Voluntad

Por: Neville Goddard 
“Hágase tu voluntad y no la mía”  Lucas 22,42

Esta resignación no es un fatalismo ciego; por el contrario, es la toma de consciencia iluminada de que “Yo solo no puedo hacer nada; el Padre que está en mi interior hará el trabajo”. Cuando una persona desea algo, intenta hacer que algo que ahora no existe aparezca en el espacio y el tiempo. Con demasiada frecuencia no somos conscientes de lo que en realidad estamos haciendo. Inconscientemente, declaramos que no poseemos la capacidad para expresarnos. Basamos nuestro deseo en la esperanza de adquirir las capacidades necesarias en el futuro. “Yo no SOY, pero seré”.


Las personas no se dan cuenta de que la consciencia es el Padre que realiza el trabajo, de modo que intentan expresar aquello que no son conscientes de ser. Estos esfuerzos están condenados al fracaso; sólo el presente se expresa. A menos que yo sea consciente de ser aquello que busco, no lo encontraré. Dios (tu consciencia) es la sustancia y la plenitud de todo. La voluntad de Dios es el reconocimiento de lo que es, no de lo que será. En lugar de ver esta frase como “Hágase tu voluntad”, debes verla como “Se hace tu voluntad”. Las obras están acabadas.

El principio por el cual todas las cosas se han visibles es eterno. “Lo que los ojos no han visto, lo que los oídos no han oído, lo que no ha entrado en los corazones de los hombres, eso preparó Dios para los que le aman”. Cuando un escultor observa una pieza de mármol sin forma, ve, enterrada dentro de esa masa informe, su obra de arte acabada. El escultor, en lugar de hacer su obra maestra, simplemente la revela retirando las partes del mármol que ocultan su idea. Esto mismo es aplicable a ti. En tu consciencia informe está enterrado todo lo que vas a concebir que eres. El reconocimiento de esta verdad te transformará y dejarás de ser un trabajador inexperto que intenta serlo para convertirte en un gran artista que reconoce que lo es. 

Tu afirmación de que ahora eres aquello que quieres ser retirará el velo de oscuridad humana y revelará tu afirmación a la perfección: YO SOY eso. La voluntad de Dios fue expresada en las palabras de la Viuda: “Todo está bien”. La voluntad del hombre habría sido: “Todo irá bien”. Afirmar que “Me pondré bien” es decir “Estoy enfermo”. Dios, el Ahora Eterno, no es imitado mediante palabras o la repetición vana. Dios encarna continuamente lo que es. Así pues, la resignación de Jesús estaba dejando de ser un reconocimiento de una carencia (lo cual indica el futuro con “Yo seré”) para ser un reconocimiento de la provisión al afirmar “Yo SOY eso; ya está hecho; gracias Padre”.

Ahora verás la sabiduría que hay en las palabras del profeta cuando afirma: “Deja que el débil diga: “YO SOY fuerte”” (Joel 3,10). El ser humano, en su ceguera, no seguirá el consejo del profeta; continuará declarando que es débil, pobre, desdichado y todas las otras expresiones indeseables de las que está intentando liberarse al afirmar, ignorantemente, que se liberará de estas características en la expectativa del futuro. Estos pensamientos son un obstáculo para la única ley que podrá liberarlo jamás. 

Sólo hay una puerta por la cual puede entrar en tu mundo aquello que buscas. “YO SOY la puerta”. Cuando dices “YO SOY”, estás declarando que eres; en primera persona, en tiempo presente; no hay futuro. Saber que YO SOY es ser consciente de ser. La consciencia es la única puerta. A menos que seas consciente de ser aquello que buscas, buscarás en vano.

Si juzgas por las apariencias, continuarás estando esclavizado por la evidencia de tus sentidos. Para romper este hechizo hipnótico de los sentidos. Para romper este hechizo hipnótico de los sentidos, se te dice: “Entra en tu interior y cierra la puerta”. La puerta de los sentidos debe estar bien cerrada para que tu nueva afirmación pueda ser honrada. Cerrar la puerta de los sentidos no es tan difícil como parece al principio. Se hace sin esfuerzo.

Es imposible servir a dos maestros al mismo tiempo. El maestro al que el hombre sirve es aquel que es consciente de ser. Yo soy el Señor y el Maestro de aquello que soy consciente de ser. No me supone ningún esfuerzo crear pobreza si soy consciente de ser pobre. Mi sirviente (la pobreza) está obligado a seguirme (la consciencia de pobreza) mientras Yo SOY (el Señor) consciente de ser pobre.

En lugar de luchar contra la evidencia de los sentidos, declara que eres aquello que deseas ser. Cuando pones tu atención en esta declaración, las puertas de los sentidos se cierran automáticamente ante tu antiguo maestro (aquello que eras consciente de ser). Cuando te pierdes en el sentimiento de ser (aquello que ahora estás declarando que es verdad acerca de ti), las puertas de los sentidos se vuelven a abrir, revelando que tu mundo es la expresión perfecta de eso que eres consciente de ser.

Sigamos el ejemplo de Jesús, que, como hombre, se dio cuenta de que El no podía hacer nada por cambiar Su imagen de carencia. Cerró la puerta de Sus sentidos ante Su problema y acudió a Su Padre, Aquel para el que todas las cosas son posibles. Habiendo negado la evidencia de Sus sentidos, El declaró que era todo lo que, un instante antes, Sus sentidos le habían dicho que no era. Sabiendo que la consciencia expresa su semejanza en la Tierra, Jesús permaneció en la consciencia declarada hasta que se abrieron puertas (Sus sentidos) y confirmaron el gobierno del Señor. Recuerda: el YO SOY es el Señor de todas las cosas. Nunca vuelvas a utilizar la voluntad humana que declara: “Yo seré”. Debes ser tan entregado como Jesús y declarar: “Yo SOY eso”. 

Extraído del libro “La Fe es tu Fortuna” 

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