Hoy celebramos a Nuestra Señora conmemorando su aparición a Santa Catalina Labouré, religiosa vicentina. La primera aparición tuvo lugar en el convento de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, en París, la noche del 18 de julio de 1830; en aquella oportunidad la Virgen dedicó tiempo para hablar con Catalina y a compartir con ella en profundidad. La segunda aparición tuvo lugar el sábado 27 de noviembre del mismo año, vispera del primer domingo de Adviento, por lo que María se presenta como una mujer inundada de luz que precede al Sol de Justicia. En esa oportunidad, María se presentó de pie, sosteniendo en sus manos un pequeño globo coronado con una cruz. Unos rayos de luz salían de sus manos, y a su alrededor se formó un marco ovalado. Este globo representa al mundo entero a cada persona en particular; los rayos son los símbolos de las gracias que derramó sobre las personas que se lo pedían. La letra "M", coronada con una cruz, y los dos corazones, son referencia al Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María. En su cabeza se formó una corona en la cual se leían estas palabras: "Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti". Una voz le dijo a Sor Catalina: "Hay que hacer una medalla semejante a esto que ves, las personas que la lleven recibirán grandes gracias y bendiciones, sintiendo la protección de la Virgen María". La fiesta litúrgica fue instituida por el Papa León XIII el 23 de julio de 1894. Cuando el Papa Pío XII proclamó en 1954 el Año Mariano, escogió la Medalla Milagrosa como símbolo del marianismo universal de la Iglesia, junto a Lourdes y Fátima.
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