"Te saludamos, Santa Madre, porque diste al mundo al Rey que gobierna para siempre el cielo y la tierra".
Queridos hermanos en Cristo Jesús, hoy conmemoramos la aparición de Nuestra Madre Santísima al Santo Juan Diego Cuauhtlatoatzin cuando iba hacia el Tepeyac (México) en el año 1531 a recibir la catequesis y a alimentarse del Cuerpo y Sangre del Señor en el Sacramento de la Eucaristía. En torno a esta fiesta, el Papa Francisco nos cuenta que: "mirar la Guadalupana es recordar que la visita del Señor pasa siempre por medio de aquellos que logran 'hacer carne' su Palabra, que buscan encarnar la vida de Dios en sus entrañas, volviéndose signos vivos de su misericordia. Celebrar la Memoria de María es afirmar contra todo pronóstico que 'en el corazón y en la vida de nuestros pueblos late un fuerte sentido de esperanza, no obstante las condiciones de vida que parecen ofuscar toda esperanza'. María, porque creyó, amó; porque es sierva del Señor y sierva de sus hermanos. Celebrar la Memoria de María es celebrar que nosotros, al igual que Ella, estamos invitados a salir e ir al encuentro de los demás con su misma mirada, con sus mismas entrañas de misericordia, con sus mismos gestos. Contemplarla es sentir la fuerte invitación a imitar su fe, su Presencia nos lleva a la reconciliación, dándonos fuerza para generar lazos en nuestra bendita y hermosa tierra latinoamericana, diciéndole 'sí' a la vida y 'no' a todo tipo de indiferencia, de exclusión, de descarte de pueblos o personas. No tengamos miedo de salir a mirar a los demás con su misma mirada; una mirada que nos hace hermanos, lo hacemos porque, al igual que San Juan Diego, sabemos que aquí está nuestra Madre, sabemos que estamos bajo su sombra y su resguardo, que es la fuente de nuestra alegría, que estamos en el cruce de sus brazos". En el año 1910 el Papa Pío X la proclamó Patrona de América Latina y en 1979 el Papa San Juan Pablo II consagró a Ella todo el continente americano.
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