"Lo que has hecho con nosotros, Señor, es un castigo merecido, porque hemos pecado contra Ti y no pusimos por obra lo que nos habias mandado; pero da gloria a tu Nombre y trátanos según tu abundante misericordia". (Dn 3, 31. 29. 30. 43. 42)
Querida familia, la liturgia de este domingo puede ser comparada con una voz de aliento y ánimo que lanza nuestro Padre Dios hacia lo profundo de nuestro corazón, para que no nos sintamos abrumados por las luchas que tenemos para parecernos cada vez más a Jesús. Él nos insiste en que siempre contamos con su ayuda para dejar atrás aquello que más nos cuesta para tener un corazón libre de tristeza o dolor. Hermanos, el amor de Dios es tan grande que jamás violentará nuestra libertad, por ello no nos obliga a obedecerle, pero siempre se presentará ante nosotros para enseñarnos a elegir el bien y rechazar el mal. Por eso el salmo dirá que «El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes », porque a Dios le gusta dedicarnos tiempo y ser nuestro maestro de humanidad. Si atendemos a las palabras de Pablo y aprendemos a tener en nosotros los sentimientos de Cristo, lograremos ser Hijos de Dios que siempre le dicen «sí» al Padre, a ejemplo de Jesús. Preguntémonos, ¿somos humildes para dejarnos ayudar y recibir una corrección? Cuando nos equivocamos, ¿buscamos culpar a otros o asumimos nuestra responsabilidad? ¿Qué actitudes negativas cometemos estrictamente y qué nos impide dejarlas atrás de forma definitiva? Hoy es el día de acoger la propuesta del Señor para dejarnos instruir, por ello. semana vivamos el Evangelio y entremos en el Reino de Dios con durante la actitud del niño, ávidos por aprender, curiosos ante la vida y dóciles a la instrucción del Padre Dios que ama entrañas de Madre.
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