Hermanos, con alegría iniciamos hoy la Novena de Aguinaldos y queremos invitarlos a que transitemos el camino a la Navidad reflexionando sobre la familia, como el Belén por excelencia donde Nuestro Señor quiere volver nacer. La familia es la célula de la Iglesia y de la sociedad, pues es allí donde se aprenden a establecer vínculos afectivos sanos, se siembra la fe y se aprende a ser ciudadano en la capacidad de dar y recibir en gratuidad, para la del bien común. Ciertamente es en la familia donde se aprende a amar sin límites, a ser leales, a confiar y respaldar; los esposos aprenden a ayudarse mutuamente y respetarse en la construcción de un proyecto común y su testimonio se convierte en ejemplo para sus hijos, que están Llamados a reconocer la autoridad de los padres y ser agradecidos con ellos aportando lo mejor de sí para la solidez del hogar. Lamentablemente, la tecnología y las jornadas laborales de muchos padres de familia que los espacios de compartir en el hogar hacen escasos, y poco a poco la televisión, los juegos de video u otros factores externos, terminan asumiendo la labor que deben hacer los padres , lo que desencadena en una ausencia de autoridad frente a los hijos y una tirantez en la relación entre Preguntémonos, ¿Cómo esposos, estamos cuidando a cada miembro de la familia? ¿Somos solidarios con nuestros padres y hermanos? ¿Cuáles son las grandes enseñanzas que nos ha legado nuestra familia? Que la gracia de Dios nos ayude a mejorar en lo que necesitamos, porque este año Nuestra Familia es Belén.
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