El Rostro de Cristo Hoy !!!!!

CAMINO DE LA PASCUA

Con un  acto tan sencillo como  un viacrucis se me abrieron las puertas de la Pascua junto con el acto penitencial comunitario del lunes.  Ese acto que se ha hecho ya un paso fundamental para el inicio de la Pascua.

Sí.  Se trata de un Viacrucis vivo, representado por un grupo que se llama "Amigos fuertes de Dios" y que está caracterizado por los límites físicos y sicológicos de todos ellos, que ya cargan una cruz en la vida. Y Dios me habló desde ellos.  Se juntan todos los sábados en la tarde para hacer su catequesis y son de todas las edades. Basta mirarlos con su caminador, con su silla de ruedas o con una gran sonrisa y ganas de saludarte y sonreír y más hermoso todavía, acompañados de algunos de sus familiares.  Había que ver la seriedad  con la que cada uno se hacía dueño de su papel y el dolor de alguno que le tocaba que ser Judas, y le apenaba porque no quería personificar a ese sujeto de la historia que a veces somos nosotros, también.

Es inimaginable el gozo del que le tocaba hacer de Jesús.  Y la forma como lo desempeñó en todo momento.  Todo comenzaba desde la Cena.  Y los que tenían que distribuir el pan para comer y los que se apoderaban de él y lo distribuían ellos mismos.  Se notaba su egoísmo,  igual que el que sentimos nosotros con tantas cosas de la vida. Y al mismo tiempo sentían el orgullo de ser de sus discípulos y estar con Él.  Pero luego vendría la venta de Jesús, la traición, el beso y el dejar sólo al Maestro.  Yo a veces sentía que contaban mi historia y la ponían al rojo vivo.  Pero cuando me fue llenando de emoción y de sentirme metido en esa historia, fue cuando llegó el Viacrucis de Jesús que era el de cada uno de ellos mismos con sus límites para hacer el recorrido de la vida y para poder escenificar la realidad de su historia.  Y yo pensaba para mí, cómo me comportaría yo con esos límites y esas falencias humanas para vivir el día a día.

Y lo vi en el juicio de Pilatos y en el camino de la Cruz y allí cada uno de ellos iba dejando lo mejor de sí mismo e incluso miraba la furia de los soldados romanos que lo empujaban y lo llevaban hasta el final apresurando el paso para disfrutar de la muerte de Jesús y así fueron pasando cada una de las 14 estaciones del viacrucis, escenificado al vivo en lo que ellos podían representar.  Yo no sé cuantas veces he hecho ese recorrido en mi historia, pero sí sé que lo he empujado y hasta atropellado cuando no he logrado caminar al ritmo de mis hermanos.

Los que se me hicieron eternos fueron esos instantes en que estaba colgado de la Cruz y miraba el cuerpo de ese actor silencioso que mostraba allí pendiente de la Cruz en su silencio y su estilo de estar presente en tantos momentos de mi vida que se iluminaban con su cuerpo escarnecido y maltratado tantos otros momentos de mi vida sin Jesús. Porque son sin Jesús lo momentos en que no he sabido que Dios me hablaba al corazón. Y que estaba crucificado en la historia de tantos de mis hermanos los hombres y de modo muy especial en este tiempo de la historia.

En estos días de la liturgia he ido descubriendo el lunes el olfato para disfrutar del aroma del perfume de María, el martes agudizaba el oído para escuchar la palabra del Señor  y en este miércoles he querido descubrir desde la mirada el rostro de Jesús y los rostros tanto dolientes como resucitados de toda la gente.

Si el rostro es un concentrado de humanidad, ¡qué fuerza adquieren las palabras del profeta Isaías ("No oculté el rostro a insultos y salivazos") o las del salmo 68 ("La vergüenza cubrió mi rostro")!

Junto al sentido del oído, hoy ponemos a punto también el sentido de la vista para contemplar el rostro de Jesús durante los próximos días. Se trata de un mapa en el que están registrados los gozos y sufrimientos de todos los hombres.

En vísperas de su muerte, el rostro de Jesús resume la entera trayectoria de su vida terrena: sus largos años de laboratorio nazareno y sus pocos meses o años de itinerancia misionera por tierras de Galilea y de Jerusalén.

¿Cómo veían el rostro de Jesús sus discípulos cuando le preguntaban, uno tras otro, incluido Judas, la pregunta del millón: "¿Soy yo acaso, Señor?". ¿Verían preocupación, rabia, frustración, derrota? ¿O verían un rostro luminoso, sobrecargado de amor en cada una de sus millones de células? "Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro". Esta es la súplica que brota en un día como hoy en el que millones de personas se ponen en camino hacia los lugares donde van a pasar los días del triduo sacro.

¿Se puede vivir el triduo sacro estando de vacaciones? ¿Se ha convertido la Semana Santa en un simple período vacacional, salpicado con algún rito folclórico religioso a modo de relleno para tranquilizar la conciencia? Quizá podemos responder con sencillez. Se puede vivir el triduo sacro en cualquier lugar ... con tal de que no tengamos miedo a buscar y contemplar el rostro de Cristo. No importa tanto el lugar cuanto el coraje de dirigir nuestros ojos a ese rostro cubierto de insultos y salivazos y, sin embargo, hermoso, radiante, perdonador. Ese rostro se muestra en la liturgia de la iglesia y se muestra en las personas sufrientes que, sin duda, iremos encontrando. Por mucho derecho que tengamos al descanso, no podemos mirar en otra dirección, porque en el familiar con problemas o en el que nos sirve en un hotel podemos descubrir al Cristo que sigue sufriendo hoy. Volver la espalda a esos rostros tan reales es volver la espalda al Cristo que nos mira.

"Nuestros ojos están vueltos al Señor Jesús". Ojalá podamos aguzar la vista para contemplar este rostro en cualquier lugar en el que nos encontremos durante los próximos días. Sigamos caminando hacia la Pascua y dejemos que el Señor nos llene de esperanza y de amor para que este camino de la Cruz nos lleve a la Resurrección. Siempre es Pascua en la vida del que se sabe dejar mirar por Cristo y le permite que lo llene de paz y de amor.

Vivamos la Pascua de la fraternidad y del perdón y dejémonos llenar de alegría en este tiempo para que Dios siga construyendo en nosotros su lugar donde vivir y donde poder encontrar Amigos fuertes de Dios.

Francisco Javier Jaramillo J. ocd

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