Señor y Dios todopoderoso, te damos infinitas gracias por todo lo que nos concedes a diario y por las muchas formas con que nos demuestras tu amor. Te suplicamos que tengas misericordia de nosotros por tantas ocasiones en que hemos olvidado nuestra consagración bautismal y hemos actuado indiferentes ante tu voluntad. Con un corazón contrito y arrepentido, te suplicamos que nos enes de tu Espíritu, no solo para alabarte con los labios sino para mostrarte a nuestros hermanos con las obras de nuestras manos. Amada Virgen María, Tú fuiste más dichosa por escuchar la Palabra que por ser la Madre del Redentor, por eso mpianos de la soberbia y crea en nosotros un corazón puro que solo palpite por el querer de Dios. Amén.
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