Amado Señor, dueño de la vid, la mies es mucha y los obreros son pocos; por esto, confiadamente te suplicamos que nos bendigas con muchos y santos sacerdotes misioneros, religiosos, religiosas y laicos comprometidos que se esfuercen por hacer presente en medio de sus situaciones de vida la Buena Nueva que has sembrado en sus corazones. Que por tu gracia los que tuercen el camino sean enderezados, para que así entre todos como una sola Iglesia, anunciemos la victoria de tu amor sobre las tinieblas del pecado. Santísima Virgen María, espejo sin mancha sobre el que se reflejó el divino rostro del Creador, cuida a los que tu adorado Hijo se ha escogido y haz de ellos signo claro de la misericordia que viene de lo alto. Amén.
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