"¡Salve, Madre Santa!, Virgen, Madre del Rey, que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos"
Celebramos junto con toda la Iglesia la Presentación en el Templo de la niña Santa María. Este es uno de los misterios de la vida de María Santísima que menos se conoce. La Sagrada Escritura no menciona nada al respecto de este acontecimiento, sin embargo, está fundado en una tradición antigua, reconocida por la Iglesia. Según el "Protoevangelio de Santiago", una fuente cristiana que no está incluida en el Canon de la Biblia, la Virgen fue recibida por el sacerdote, que la bendijo y exclamó: "El Señor ha engrandecido tu nombre por todas las generaciones, pues al fin de los tiempos manifestará en ti su redención a los hijos de Israel". Conmemoramos en este día la entrada de María Santísima en el templo a la edad de tres años, para indicar que, aunque era purísima no obstante cumplía con los ritos del judaismo. Este episodio la presenta como el símbolo de la consagración que ella, como Virgen Inmaculada, hizo de sí misma al Señor en los inicios de su vida consciente. La Santísima Virgen María desde muy temprana edad se entregó del todo a Dios y a su servicio. Ella estaba destinada a ser un templo vivo del Dios con nosotros, el Emmanuel. El origen de la fiesta está vinculado a la dedicación de una basílica en honor de Santa María construida por el emperador Justiniano en el siglo VI, cerca al área que fue templo de Jerusalén, en el lugar en que María habría transcurrido su infancia consagrada al servicio divino. En 1472 el Papa Sixto IV la extendió a toda la Iglesia.
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