Señor, nos has consagrado como profetas en medio del mundo Pero muchas veces no somos conscientes de esta vocación tan especial. Pues el profeta es el que habla en tu Nombre, es como tu boca. Para ejercer la vocación profética es necesario tener conciencia clara de la realidad que nos rodea, pero también lucidez espiritual para anunciar buenas noticias y no ser profetas de calamidades. El verdadero profeta bebe de la Palabra a través de la oración la meditación, la contemplación y la acción. Un profeta que no tiene los pies puestos en la tierra y las manos elevadas al cielo no es auténtico mensajero de Ti, Señor. En este día te pedimos humildemente suscitando muchos que sigas profetas, hombres y mujeres, en el seno Iglesia, de tu para que el Evangelio de la paz sea proclamado a todos los naciones, y brille la pueblos y luz de tu verdad Virgen María, Tú que la primera profetiza de la fuiste nueva alianza al pronunciar el maravilloso canto del Magníficat, enséñanos a ser y a vivir Como verdaderos profetas, pregoneros del Evangelio. Amén
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