Espíritu Santo, vivificador de la Nueva Alianza dada en Jesús, preservada y cuidada por tu fuerza en medio de la Iglesia, Espíritu consolador, que oscureces con el resplandor de Cristo la Antigua Alianza y destruyes con tu fuerza la oscuridad del pecado, mira con bondad nuestro corazón y concédenos la fuerza para ser luz y sal de la tierra. Espíritu santificador, mira nuestra vida y consume con tu luz lo que es indigno de tu Presencia, consume con tu fuego los miedos que nos hacen cautivos y que no nos dejan caminar hacia Ti; consume con tu potencia nuestras desidias y envidias que no nos permiten administrar bien nuestros talentos para el servicio de los que nos rodean. Espíritu Paráclito, aboga por nosotros ante el Padre cuando caigamos por no seguir sus mandatos. Amada Virgen y Madre nuestra, concédenos el don de tu humildad para que seamos dóciles a la hora de escuchar y cumplir lo que Dios quiere de nosotros. Amén.
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