"Brotará un renuevo del tronco de Jesé y la gloria del Señor llenará toda la tierra. Todos los hombres verán la salvación de Dios (Is 11, 1:40, 5: Lc 3,6)
Nuestra existencia cobra sentido a los pies de nuestro Salvador; por eso, comencemos este quinto día por el don de su adorado Hijo, quien pecado no nos puede vencer porque de Novena dándole gracias a Dios nos lleva a la Redención. Hoy nos revestimos de esperanza, pues el la gracia de Dios es más fuerte y está en nosotros. El Niño de Belén en el pesebre nos enseña la grandeza del amor, amor que no conoce limites, pues Dios se hace hombre para salvar su creación de la tribulación y la desesperanza. A buena hora nos llega la profecía de Isaías al mencionar que la desconfianza nunca será más grande que las bendiciones de Dios y que la duda de Acaz será subsanada por el Altisimo. En Jesús, esta profecía cobra vida cuando el Arcángel San Gabriel anuncia su Encarnación en el seno de la Virgen María. Este episodio, como el descrito por el profeta Isaías quiere infundir en nosotros esperanza y confianza en el Señor, de manera que en circunstancias adversas no permitamos que nuestra fe desfallezca pues Él siempre se impondrá sobre el mundo, el pecado y el mal. La vida es exigente, y en ocasiones sentimos que nos faltan las fuerzas, pero si Dios está por nosotros , ¿ quién contra nosotros?" (Rm 8, 31). Que estos dias de preparación al Nacimiento del Niño Jesús nos permitan recargar nuestra fe, de manera que no perdamos la esperanza y redescubramos el amor primero en el matrimonio, en la familia y en el trabajo, avivando así el amor y la concordia en la comunidad. Queridos hermanos, con Jesús renace la esperanza. ¡Ánimo!, no están solos, tienen a Dios como Padre y la Santísima Virgen María como Madre. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
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