Oh bondadoso Creador, escucha la voz de nuestras súplicas y el llanto que, mientras dura el sacrosanto ayuno de estos cuarenta días, derramamos. A Ti, que escrutas nuestros corazones y que conoces todas sus flaquezas, nos dirigimos para suplicarte la gracia celestial de tu indulgencia. Mucho ha sido, en verdad, lo que pecamos, pero estamos arrepentidos y te pedimos, por tu excelso Nombre, que nos cures los males que sufrimos. Haz que, ya reconciliados contigo, podamos dominar nuestros cuerpos y, llenos de tu amor y de tu Gracia, no pequen más nuestros corazones. Oh Trinidad Santísima, concédenos, oh simplísima Unidad, que los efectos de la penitencia de estos días nos sean provechosos. Amén.
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