“Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en Nombre del Señor, el Rey de Israel. ¡Hosanna en el cielo”. (Mt. 21,9)
La Liturgia colma su sentido, porque empieza a mostrarnos el camino que recorre el Señor, el cual comienza con su Pasión y Muerte, y termina con su Resurrección. La lectura de la Pasión será una excelente catequesis, no solo porque nos muestra cómo Jesús se rebajó, se humilló y se entregó por Amor sino porque los personajes y las escenas del relato nos acercan al Misterio de la Redención. La riqueza que tiene la Palabra de Dios nos permite adentrarnos en su mundo y ponernos en los zapatos del personaje que nos interpela. No podemos dejar de lado las ocasiones en las que hemos podido vender a Jesús como Judas en las que pedimos que "suelten a Barrabás", en las que nos lavamos las manos como Pilato o en las que nos dejamos ganar por el miedo y negamos a Jesús como Pedro. Muchas veces, apoyamos aquellas cosas que se oponen al Amor de Dios; en ocasiones no solo desobedecemos sus mandamientos, sino que actuamos totalmente en contra, eludiendo la responsabilidad por nuestros actos, abusando del débil, siendo injustos con nuestros hermanos, siendo permisivos con quienes obran mal y pasando por encima de los demás buscando nuestro propio beneficio. Asi es como entregamos a Jesús; de esta manera negamos Vida y optamos por la muerte. No olvidemos que hoy Jesús entra a Jerusalén; muchos lo aclamaron y lo proclamaron como Rey de sus vidas, iqué signos demuestran que Jesús es el Rey de nuestra vida? Hermanos, iniciemos esta Semana Santa con el propósito de encarnar a Jesús en nuestros corazones, para llegar a la Pascua convencidos de que El es Camino, Verdad y Vida.
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